El 11 de enero de 2013 fue encontrado muerto en su departamento en Brooklyn, Nueva York, el joven Aaron Swartz, de 26 años, a quien no dudamos en considerar el primer mártir de la lucha por el Conocimiento Libre. Se dice que se quitó la vida ante las presiones del juicio al que estaba siendo sometido: si se le hallaba culpable en las trece acusaciones en su contra, estaría preso por hasta 50 años. ¿Cuál era el abominable crimen cometido por Swartz? ¿Homicidio? No. En Estados Unidos, una persona podría recibir apenas 10 años de cárcel si tiene un buen abogado. Seis años si es homicidio involuntario. ¿Robo de bancos? Veinte años. ¿Contaminar a otros con HIV intencionalmente? 10 años. ¿Vender esclavos? 20 años. ¿Amenazar al Presidente? Cinco años. ¿Ayudar a Al Qaeda a hacer una bomba atómica? 20 años.
Swartz desarrolló un script (programa informático) que le permitió descargar 4,6 millones de documentos académicos y científicos, reseñas y publicaciones del sitio web Journal Storage (JSTOR), un sistema de archivo en línea de publicaciones académicas y universitarias al que se accede por suscripción. A Swartz no sólo se le acusa por descargar los contenidos, sino que temían que él intentara compartirlos en Internet de forma gratuita.
Swartz fue, para un socialista revolucionario, un hacker, un programador prodigioso, un militante de izquierda reformista, un idealista y sobre todo una persona perseguida por la corporación judicial más grande del planeta en defensa de una causa justa.
Hoy, a cuatro años del final de su vida, lo recordamos para rescatar su legado de ideales de libertad, para que nos sea de inspiración en nuestra lucha contra el capitalismo. Lucha que tal vez Aaron no consideró pero de la que fue parte dando su pelea en el frente de la información.
Joven prodigio
Aaron Hilel Swartz nació en Chicago el 8 noviembre de 1986, en una familia de trabajadores con un nivel de vida medio para el estándar de Estados Unidos. Su padre había incursionado en los negocios informáticos al establecer una pequeña empresa de desarrollo de software, la Mark Williams Company. Experiencia que se extendería de 1980 a 1995, debido a los cambios del mercado. Sobre todo porque su estrategia de negocios se basaba en los sistemas Unix y no en el ya poderoso mercado de Microsoft, Oracle o IBM.
En medio de este entorno Aaron con menos de 10 años empezaría a crear sus primeros programas para entretener a sus hermanos menores: juegos de trivias sobre Star Wars. Unos pocos años más tarde siendo casi un adolescente empezaría a conocer la cultura de internet y ganaría un premio por crear un sitio web no comercial. El sitio que había creado era una versión primitiva de lo que hoy se conoce como Wikipedia.
A la edad de 14 años Aaron empezaría a colaborar con una comunidad de desarrolladores de software en el estándar RSS, un sistema de comunicación para publicaciones y suscripciones. RSS es ampliamente difundido y utilizado por diarios, blogs y redes sociales como Facebook y Twitter, entre muchos otros. Su colaboración era cada vez más importante. Hasta que un día lo invitaron a participar de una conferencia de desarrolladores de la especificación RSS y su respuesta fue ‘no puedo porque mis padres aún no me dejan viajar solo en avión’. Antes de aquella respuesta la comunidad no creía que Aaron era un niño. Ya que todas las discusiones eran a través de correo electrónico y sus respuestas eran las de un adulto y programador de alto nivel. Lo que hizo llamar la atención de toda la comunidad de hackers de internet libre.
Pero a diferencia de otros jóvenes prodigios en el mundo del software, Swartz tenía algo y carecía de algo. Tenía una gran sensibilidad por la justicia social y carecía de interés por el dinero. Su horizonte no terminaba en una ronda de inversores. Su sensibilidad lo llevaría a involucrarse en muchas causas que consideraba justas motivado por la defensa de la cultura libre de internet entre otras cuestiones.
En una entrevista en 2010 Aaron definirá sus motivaciones de esta manera “Al crecer, poco a poco tuve este proceso de entender que todas las cosas a mi alrededor, lo que la gente me había dicho que era la forma natural en que las cosas eran... No eran en absoluto naturales, había cosas que se podían cambiar y aún más importante que eso, había cosas que estaban mal y debían cambiarse. Y una vez que me di cuenta de eso, no hubo vuelta atrás.”
Un mal estudiante y un empleado mediocre
En la misma entrevista Aaron dirá esto sobre el sistema educativo: “Me sentía muy frustrado en la escuela. Pensaba que los maestros no sabían de lo que hablaban, eran dominantes y controladores y la tarea era una falacia. Era como reunir a los estudiantes y forzarlos a hacer tareas improductivas. Y comencé a leer libros sobre historia de la educación y sobre cómo se desarrolló el sistema educativo y alternativas a esto y formas efectivas en que las personas aprendan realmente algo en oposición a solo vomitar hechos que otros maestros les dijeron. Eso me llevó al camino de cuestionar cosas. Una vez que me pregunté sobre la escuela en la que estoy, me pregunté sobre la sociedad que construyó la escuela, me pregunté por los intereses que persiguen las escuelas, me pregunté por el gobierno que creó toda esta estructura.”
Así es que no soportaría más de un año dentro de un programa de la Universidad de Stanford para mentes brillantes, destinados a formar al 1% que domina el mundo de los negocios. Con un espíritu crítico no se sentía cómodo en tal lugar. Prefirió empezar a trabajar en una pequeña empresa que daba cabida a ideas innovadoras como lo fue Reddit. El proyecto Reddit ya estaba en marcha cuando Aaron se unió y gracias a su colaboración el sitio tomó forma y despegó. En pocos meses pasó de tener unos pocos miles de usuarios a alcanzar casi el millón. Fue cuando una compañía de revistas Condé Nast (dueña de revistas como Vanity Fair, Wired, Vogue, Bon Apetit entre otras) hizo una oferta para comprar Reddit. Swartz tomó una pequeña parte del dinero de aquella venta y dejó el resto a su familia. No estaba interesado en que el dinero se convirtiera en la principal preocupación de su vida.
A partir de esta adquisición Aaron trabajó un tiempo para la revista Wired. Pero la experiencia no sería para nada gratificante ni para él ni para sus jefes. Llegaba tarde intencionalmente, ponía complicaciones en los proyectos, peleaba con los coordinadores de proyectos por la estrechez mental de estos. No solía cumplír con las tareas que le eran asignadas porque las consideraba innecesarias y muchas veces absurdas. Hasta que un día al volver de sus vacaciones su jefe le dijo que estaba despedido. Unos compañeros de trabajo le tenían preparada una remera con el mismo isologo de Wired sólo que esta decía ‘Fired’ (juego de palabras entre ‘conectado’ y ‘despedido’).
Derechos de autor
En el 2002 Aaron leyó un artículo en el diario local sobre un tal Lawrence Lessig y algo capturó su interés para siempre. Lessig es un profesor de Stanford, abogado especializado en derechos de autor y tal vez más conocido por ser el fundador de Creative Commons. Lessig se había inspirado por la cultura de internet libre y el software libre a partir de otro gran genio, (de quien hablaremos en próximos artículos) Richard Stallman. Aaron contactó con Lawrence para sugerirle que utilice un formato comprensible para computadoras, para las licencias que estaban proponiendo. La respuesta de Lawrence fue ‘Excelente idea! Por qué no te vienes a trabajar con nosotros?’
En unos pocos meses de trabajo un chico de 16 de los suburbios de Chicago daba una conferencia frente a cientos de personas que lo escuchaban con total atención. Aaron había creado un modo que vinculaba licencias de derechos de autor con el material. No sólo había concretado su propuesta además se había involucrado en las discusiones de Creative Commons más allá de los aspectos técnicos.
Esta idea la podemos ver en la actualidad en el modo que se publican fotografías por ejemplo en Flickr: al subir una fotografía podemos seleccionar debajo qué derechos de autor vamos a publicar. Existe una gran variedad de posibilidades: desde todos los derechos reservados hasta ‘el autor permite su modificación, redistribución y uso comercial’. Incluso cada vez que vemos una imagen en Wikipedia está publicada con CC (abreviación para Creative Commons) 100% abiertos. El propósito de compartir nuestro trabajo con otros es, según los principios de CC, para inspirar, colaborar, incentivar y motivar a otras personas a enriquecer creativamente su propio trabajo utilizando el nuestro. Una idea que al parecer no tendría mucho futuro en un mundo donde la propiedad privada es la regla.
El aporte de Aaron fue fundamental para dar el paso técnico. Luego muchos sitios y artistas comenzaron a utilizar los CC según sus necesidades. En la actualidad empresas como Bandcamp, YouTube, Flickr, MIT OpenCourse Ware, Vimeo y millones de artistas, fotógrafos, músicos, escritores y otros creadores de contenidos se benefician de estas licencias y su formato. Su aporte consistió en una forma de comunicar entre sistemas informáticos qué tipos de CC tenía tal o cual documento lo que permitía rápidamente saber si podíamos o no reutilizar el material.
Esta colaboración abrió una gran amistad con Lawrence y sobre todo un cuestionamiento que se convertiría en central para Aaron: a quién le pertenece la información y cómo se beneficia de ello. Más adelante entraría en contacto con personas, grupos, activistas y fundaciones que le dieron un marco más concreto a las ideas que ya daban vueltas por su mente. Internet libre y el acceso libre a la información. Ideas que lo llevarían a enfrentar a la Corte Federal de los Estados Unidos y al trágico final de su vida.
Compromiso y acción
A medida que pasaban los años, su interés por la política como su pensamiento crítico no hacían más que crecer. Una mente prodigiosa para el desarrollo de software también tenía espacio para el compromiso político. En el 2008 escribió sobre una problemática en su blog personal “[...] Como alguien que quiere hacer una diferencia en el mundo, me he preguntado bastante si existía una manera efectiva para que un programador se involucre en política pero nunca fui capaz de averiguarlo”. En el mismo post describe una idea para enfrentar este asunto. Así nacería el sitio watchdog.net. Lo que proponía era una idea en tres etapas:
1. Capturar datos de todo tipo de fuentes de información; datos demográficos, encuestas públicas, votos, registros de lobby, reportes de financiamiento de campañas, etc. Y con todo esto darle a la gente un modo de recorrer estos conjuntos de datos de manera elegante y agradable.
Pero sabía que esto no era suficiente. A menos que la gente tuviese una forma concreta de hacer algo con toda esa masa de información, sólo contribuiría a hacerla más apática.
2. Por eso watchdog.net aportaría un conjunto de herramientas para que los interesados pasen a la acción: escribir a sus candidatos o llamarlos, enviar notas a periódicos locales, publicar historias sobre cuestiones que de interés común, generar de esta forma un cuadro integrado de colaboración-participación para las siguientes elecciones.
3. Con estas dos piezas juntas se obtendría una base de datos colaborativa de causas políticas. De esta manera una persona interesada en el calentamiento global propondría ideas, buscaría donaciones de campaña y votos para una determinada cuestión.
Todo lo anterior bajo la filosofía de software libre para facilitar su reutilización. Así otras causas, regiones y necesidades diferentes se beneficiarían de la base creada con watchdog.net. Una solución brillante de un desarrollador a un problema político común. El propósito de watchdog.net es el de conectar a ciudadanos, activistas, organizaciones, políticos, programadores y a quienes estuvieran interesado en política.
Pero su accionar político no era sólo a través de un sitio web. Sino a través y por todo internet. En el 2012 será uno de los organizadores y promotores de las movilizaciones en contra de una ley que ponía en peligro el acceso libre a internet. Una ley conocida como SOPA (Stop Online Piracy Act, ley para detener acciones de piratería en línea) proponía obligar a proveedores de servicio de acceso a la red, servidores web, sistemas de ruteo de páginas y otros servicios a impedir su acceso. Esto implica que los usuarios se verían impedidos de acceder a sitios que pudieran ser sospechosos de tener material que infrinja derechos de autor. Primero disparo y luego pregunto: el sitio o servicio afectado debía demostrar su inocencia una vez dejado sin acceso. Tal ley le daba el poder al gobierno de cerrar arbitrariamente sitios web para el público norteamericano. Aunque si tenemos en cuenta que casi la totalidad del tráfico de internet pasa por el territorio de los Estados Unidos de Norteamérica, la censura abarcaría a todo el planeta. Gracias a la acción directa de personas como Aaron fue posible detener esta ley.
La izquierda y las elecciones
En sintonía con watchdog.net y al año siguiente, en el 2009, Aaron co-fundaría con un grupo de activistas el Comité de Campaña por el Cambio Progresivo. El Comité tenía la intención de impulsar candidatos progresistas con propuestas reformistas y agradables para la izquierda. En su mismo blog Aaron escribiría en contra de las ideas de Noam Chomsky y de cómo debe actuar la izquierda frente a las elecciones “[...] Para un joven militante de izquierda, una carrera en los think thanks o un cargo en la academia parece la opción más fácil. Pero postularse para un cargo ejecutivo nunca parece ser una opción viable. (Cuando la gente le pregunta a Noam Chomsky cómo pueden arreglar las cosas, nunca dice que deberían postularse a un cargo). Dejemos de lado la ilusión que la izquierda parece tener para convertirse en una tercera opción en un sistema bipartidista. El resultado es un grave déficit de candidatos de izquierda. Lo que por supuesto alimenta la idea de que los políticos se postulan para luego venderse”.
Gracias a este Comité la candidata Elizabeth Warren por el partido Demócrata lograría ser electa para el senado por el estado de Massachusetts en el 2011. No sería la última candidato en ser impulsado por el Comité que había co-creado Aaron sino que hasta el día de hoy se cuentan 18 candidatos que lograron ser electos con el apoyo del Comité de Campaña por el Cambio Progresivo.
Posiblemente Aaron habría apoyado a Bernie Sanders en las elecciones presidenciales del 2016. A pesar de que Sanders al poco tiempo de haber ilusionado a millones de jóvenes, trabajadores, mujeres y activistas de los Estados Unidos, le dejaría lugar a una persona nefasta para cualquiera que se reivindique de izquierda. Esto demuestra los profundos límites que enfrentan los militantes que no tiene una estrategia de independencia de clases. Sin embargo debemos tener en cuenta la situación de los movimientos y agrupaciones de izquierda reformista en el corazón del capitalismo mundial. Aaron dirá lo siguiente: “[...] Los militantes de izquierda deben pensar más en postularse a cargos. No para dejar de lado el activismo o la defensa de causas justas, sino como una extensión de estas. Las campañas son una oportunidad increíble para explicar, hacer públicas y dar a conocer las luchas por las cosas que la izquierda cree.”
Acceso a la información
Una de las preocupaciones de Swartz era a quién le pertenecía la información. Cuestión que nació a partir de su interés por los derechos de autor. En el mismo año que desarrolla watchdog.net escribirá el Manifiesto de Guerrilla por el Acceso a la Información. “La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes lo quieren mantener para sí mismos. La herencia científica y cultural del mundo completa, publicada durante siglos en libros y journals, está siendo digitalizada y apresada en forma creciente por un manojo de corporaciones privadas. ¿Querés leer los papers que presentan los más famosos resultados de las ciencias? Vas a tener que mandarle un montón de dinero a editoriales como Reed Elsevier.” Reza el primer párrafo del Manifiesto. Aaron estaba decidido a actuar. Su método será la desobediencia civil como propone en el mismo texto.
En los Estados Unidos de Norteamérica existe un programa llamado PACER (Public Access to Court Electronic Records, Acceso Público a los Registros Electrónicos de la Corte por sus siglas). Este programa cobra (actualmente) 10 centavos de dólar para cada página descargada. Si un abogado, estudiante o un ciudadano cualquiera quiere leer sobre ciertos casos para informarse o por la razón que sea, ya que es una base de datos del Estado y al mismo tiempo pública y accesible libremente por ley, debe pagar. Incluso si al utilizar el sistema al hacer una búsqueda no hay resultados también se debe pagar. Pues porque todo lo que el capitalismo pueda mercantilizar, lo hará.
En muchos estados de los Estados Unidos puede llegar mucho más lejos la mercantilización de documentación pública como ser: códigos de edificación, plomería, hasta la constitución de un estado o condado. Un negocio que reporta ganancias en el orden de los 100 millones de dólares al año. Cuando tal sistema está considerado en el presupuesto nacional con un costo operativo anual de 20 millones de dólares. La excusa es que al cobrar pueden mantener esos documentos en línea. Aunque lo intrincado y mal diseñado del sistema dice lo contrario.
Carl Malamud es el fundador de Public.Resource.Org. Un sitio-organización para subir documentos ya comprados a PACER y así colaborar para que sean reutilizados por otras personas. Malamud sería demandado en el 2015 bajo los cargos de terrorismo por publicar la constitución del condado de Georgia. Una cuestión sin dudas irracional.
En el 2008 conocerá a un programador que le propondrá conseguir millones de páginas descargadas de los sistemas PACER. Cuando el sistema PACER surgió generó tanta controversia que la Corte dio acceso gratuito sólo a través de las Bibliotecas Nacionales. Es decir que si una persona se conecta a PACER desde adentro de una de estas bibliotecas públicas puede descargar una cierta cantidad de documentos sin pagar (en aquellos días 8 centavos de dólar). Aaron Swartz en concordancia con su Manifiesto había escrito un pequeño programa de computadora que accedía a este sistema, descargaba documentos e inmediatamente los cargaba en la página de Malamud. El programa que había desarrollado era sencillo pero potente. En unos pocos meses lograría descargar-publicar millones de páginas de la Corte. Como ya podemos ver todo lo que hacía Aaron estaba bajo el cuestionamiento de los derechos de autor y el acceso libre a la información. Lo ocurrido con PACER no pasaría desapercibido para el FBI. La vida de Swartz continuaría sin sobresaltos, de momento.
El capitalismo contra la ciencia, Aaron contra el capitalismo
Uno de los puntos claves de la historia de Aaron Swartz comienza el 24 de septiembre de 2010 en los sótanos del MIT. Mucho antes de aquel día, Aaron había puesto toda su energía en continuar su trabajo como ya lo había hecho colaborando con Malamud. Había descubierto que las publicaciones científicas no son accesibles para todos. Ni siquiera para sus propios autores. Esto es algo que afecta a todos los investigadores, estudiantes, profesores y personas interesadas en publicaciones científicas. Algo funcionaba muy mal, y aún hoy funciona muy mal. Aaron no dejaría pasar el asunto sin más.
En todas, o en casi todas, las universidades de la Argentina tenemos acceso a las bases de datos de publicaciones científicas. Son servidores privados que por una cuota mensual o anual en dólares (en el orden de los miles de dólares) y siempre y cuando estemos dentro de la red de la universidad, junto con un usuario y contraseñas gestionados por la institución educativa podremos acceder a los resultados de las investigaciones. Sólo que hay un pequeño problema con esto. Estos servicios privados de bases de datos de papers (término que en la jerga científica se refiere a la investigación en sí) no pagan a los investigadores, o universidades, o estados y gobiernos que financian las investigaciones. Y ni siquiera pagan a los comités que revisan estas publicaciones. Sino que todas las investigaciones ya son financiadas por el erario público. Entonces estos servicios privados amasan fortunas robando el esfuerzo de los trabajadores de la ciencias y de las arcas de los estados, gobiernos y universidades que realmente lo financian.
JSTOR es uno de estos servicios privados y no es el más grande. Para poder leer o descargar un paper debemos pagar entre 14 y 30 dólares en promedio. Aquel 24 de septiembre de 2010 Aaron conectó una computadora personal (notebook) a la red del MIT con un programa similar al que había escrito para descargar de PACER. Utilizaró su cuenta personal otorgada por el MIT, ya que en aquellos días participaba de un grupo de investigación en Harvard. La base de datos con la que empezó a descargar fue la de JSTOR. Tal acción llamaría la atención de los técnicos de JSTOR. Las descargas eran tan masivas que decidieron cortar el acceso a todo el MIT. Cuestión que provocaría que tanto el MIT como JSTOR le darían caza a este programa de descargas masivas.
A principios de enero del 2011 lograrían dar con una computadora personal en el sótano del edificio 16 del MIT conectada a la red. Llamarían a la policía local para dar aviso y en lugar de desconectar la computadora que estaba infringiendo la ley la dejaron donde estaba. Gracias a una cámara de seguridad, intencionalmente puesta, capturó en vídeo a Aaron Swartz entrando en la habitación (que dicho sea, no tenía ni siquiera una medida de seguridad de acceso físico: llave, candado, traba...nada) para cambiar un disco rígido externo y luego retirarse. JSTOR y el MIT presentaría cargos contra Aaron con la filmación como prueba.
Persecución judicial y acoso policial
Para su viejo amigo, Lawrence Lessig, esto estaba más allá de la ética aceptable. Aunque su verdadera preocupación era que por la transgresión de Aaron de los Términos de Servicios (famosos ToS que todos solemos aceptar sin leer; asunto que también trataremos en futuros artículos) de JSTOR. Estaba preocupado porque sabía que la corte transformaría una transgresión de los términos de servicios en algo mucho más peligroso para Aaron, buscarían convertirlo en un criminal. Lessig escribió lo siguiente en desacuerdo con lo que hizo Aaron: “[...] Soy un gran partidario de cambiar la ley. Como mis repetidos requerimientos judiciales contra intercambio ilegal de archivos dan fe, sin embargo, no soy un creyente de romper las malas leyes. Ni siquiera estoy convencido de que las leyes que protegen entidades como JSTOR son malas. Y aunque a veces la desobediencia civil es apropiada, incluso entonces los rebeldes que desobedecen la ley aceptan el castigo.” Aaron se estaba exponiendo demasiado, ni siquiera el creador de Creative Commons podía ir tan lejos esta vez.
En un intento por despegarse del trágico final de la vida de un prodigio tanto el MIT como JSTOR le dedican unas agradables palabras al póstumo Aaron Swartz. Aunque la correspondencia interna entre ambas instituciones mostraba el enojo que tenían los empleados por la frustración de que un hacker ético los hubiera dejado tan expuestos. El fallo de seguridad del que tomó ventaja Aaron aún hoy funciona. Aunque para ser justos con los técnicos de JSTOR no es en sí un fallo sino una metodología de trabajo de la que es muy fácil tomar ventaja. Ya que permiten descargar cuantos documentos un usuario, dentro de una red universitaria, quiera. Aaron no realizó un ataque de denegación de servicios ni si quiera tapó sus pasos ni ocultó su identidad. La intención fue desde el principio transgredir una ley que consideraba injusta lo que ciertamente lo expuso. Su idea era hacer públicos y gratuitos todos esos documentos PDF.
Una vez que dieron con Aaron llegaron a un acuerdo con él y JSTOR retiró la denuncia y los cargos siempre y cuando recuperasen todo el material que para ellos Aaron había robado. Cuestión extraña porque no le pertenecen a ninguna base de datos privada, de hecho eso mismo dicen los términos y condiciones del servicio de JSTOR. El MIT, sin embargo, no retiró los cargos o no todos los cargos. Era justo lo que el Servicio Secreto de los Estados Unidos y Departamento de Justicia necesitaban. Querían un caso de cualquier hacker para dar una lección a todos los que se atrevieran a desafiar el orden establecido. Llevaron adelante una persecución sin precedentes contra Aaron. Le cayeron con todo el peso de la ley. Haciendo interpretaciones arbitrarias de la tan difamada Patriotic Act. Levantarían 13 cargos contra Aaron. Lo que podría costarle entre 35 a 50 años de cárcel y más de un millón de dólares de multa. Según la fiscalía federal Swartz era culpable de fraude electrónico, fraude por computadora y daño imprudente contra JSTOR, daño a la propiedad privada entre otros. La fiscalía llegaría a calificarlo de terrorista.
Su familia, amigos, pareja y conocidos eran vigilados y acosados tanto por la policía local como por el FBI. En julio de 2011, Swartz fue detenido por el servicio secreto y retenido por la policía local. Entraron en su departamento haciendo redadas como si se tratara de un peligroso criminal. Todos en su entorno sufrieron durante meses el acoso de un estado que se conducía como un estado policial. Todo esto llevó a situaciones de estrés que desembocaron en estados de profunda depresión del joven programador. Lo llamativo de esto es que el afectado, JSTOR, le había pedido a la corte que no continué con el caso. No hizo lo mismo el MIT por lo que la familia acusó, con justa razón, a esta prestigiosa institución educativa a colaborar con el trágico final de la vida de Aaron.
El hijo de internet
El 11 de enero del 2013 Aaron Hilel Swartz de 26 años se quitó la vida colgándose por el cuello en su departamento en Brooklyn. No pudo soportar la persecución y el acoso policial que estaba sufriendo él y su familia. El final de su vida se hizo sentir como un cataclismo en el mundo del activismo, el internet libre y entre los hackers de todo el mundo y los medios internacionales. El creador de lo que hoy conocemos como internet, Tim Berners-Li (un investigador del CERN que desarrolló el protocolo HTML y otros estándares fundamentales que sostienen internet actual) que había conocido a Aaron y defendió su causa, escribió:
Aaron ha muerto.
Caminantes de este mundo loco,
hemos perdido a un mentor, a un viejo sabio.
Hackers por los derechos, tenemos una baja,
hemos perdido a uno de los nuestros.
Criadores, cuidadores, oyentes, alimentadores,
todos los padres,
hemos perdido a un niño.
Lloremos todos.
Hasta qué punto puede llegar el cinismo de los medios de comunicación burgueses anunciando a las personas que dan su trabajo al mundo por el sólo hecho de hacer un beneficio al mundo. Lo presentan como una contradicción con la ideología individualista: ¡Vean! ¡No lo hizo para ganar dinero cuando habría sido un gran negocio! ¡Qué humanitario! ¿No será que la regla es ser humano?
Las mentes más brillantes han sido el objetivo principal de las grandes corporaciones, gobiernos y universidades. Estas instituciones necesitan de ellos para poder subsistir en una sociedad cada más codificada. Como un encadenamiento de prácticas represivas o bien censuradoras que promueven una controversia entre las ciencias mal llamadas duras y las ciencias sociales. Como si debiéramos ubicarnos necesariamente en uno u otro campo. ¿Quién dijo que debe ser así? ¿A quién se le sirve que sea así? Al separarnos en dominios supuestamente opuestos también nos separan intelectivamente: la sensibilidad social. Nadie carece de ella pero puede atrofiarse. Ese es el objetivo que persiguen las instituciones que reproducen un sistema. Las mentes más brillantes que no han sido cooptadas y puestas en alguno de esos campos, que no han sido domesticados por la academia, que no han sido tentados por los negocios, que no han caído en la miseria del poder estatal, son las mentes más peligrosas para el capitalismo. Porque el capitalismo es irracional.
El capitalismo es enemigo natural de quienes se atreven a despreciar sus tentaciones. Aaron Hilel Swartz cruzó ese desierto de tentaciones para ser libre y hacer libre la información que las corporaciones consideran su propiedad. Su acción y sus ideas fueron coherentes siempre, su lucha fue contra el capitalismo desde el mundo de la información e internet. O tal vez mejor dicho por el conocimiento. Nuestra lucha es contra el capitalismo por las ideas de personas como Aaron y como miles de otras personas que son oprimidas y explotadas por un sistema injusto en su fundamento. Fundamentos que Aaron cuestionó desde su infancia.
Swartz desarrolló un script (programa informático) que le permitió descargar 4,6 millones de documentos académicos y científicos, reseñas y publicaciones del sitio web Journal Storage (JSTOR), un sistema de archivo en línea de publicaciones académicas y universitarias al que se accede por suscripción. A Swartz no sólo se le acusa por descargar los contenidos, sino que temían que él intentara compartirlos en Internet de forma gratuita.
Swartz fue, para un socialista revolucionario, un hacker, un programador prodigioso, un militante de izquierda reformista, un idealista y sobre todo una persona perseguida por la corporación judicial más grande del planeta en defensa de una causa justa.
Hoy, a cuatro años del final de su vida, lo recordamos para rescatar su legado de ideales de libertad, para que nos sea de inspiración en nuestra lucha contra el capitalismo. Lucha que tal vez Aaron no consideró pero de la que fue parte dando su pelea en el frente de la información.
Joven prodigio
Aaron Hilel Swartz nació en Chicago el 8 noviembre de 1986, en una familia de trabajadores con un nivel de vida medio para el estándar de Estados Unidos. Su padre había incursionado en los negocios informáticos al establecer una pequeña empresa de desarrollo de software, la Mark Williams Company. Experiencia que se extendería de 1980 a 1995, debido a los cambios del mercado. Sobre todo porque su estrategia de negocios se basaba en los sistemas Unix y no en el ya poderoso mercado de Microsoft, Oracle o IBM.
En medio de este entorno Aaron con menos de 10 años empezaría a crear sus primeros programas para entretener a sus hermanos menores: juegos de trivias sobre Star Wars. Unos pocos años más tarde siendo casi un adolescente empezaría a conocer la cultura de internet y ganaría un premio por crear un sitio web no comercial. El sitio que había creado era una versión primitiva de lo que hoy se conoce como Wikipedia.
A la edad de 14 años Aaron empezaría a colaborar con una comunidad de desarrolladores de software en el estándar RSS, un sistema de comunicación para publicaciones y suscripciones. RSS es ampliamente difundido y utilizado por diarios, blogs y redes sociales como Facebook y Twitter, entre muchos otros. Su colaboración era cada vez más importante. Hasta que un día lo invitaron a participar de una conferencia de desarrolladores de la especificación RSS y su respuesta fue ‘no puedo porque mis padres aún no me dejan viajar solo en avión’. Antes de aquella respuesta la comunidad no creía que Aaron era un niño. Ya que todas las discusiones eran a través de correo electrónico y sus respuestas eran las de un adulto y programador de alto nivel. Lo que hizo llamar la atención de toda la comunidad de hackers de internet libre.
Pero a diferencia de otros jóvenes prodigios en el mundo del software, Swartz tenía algo y carecía de algo. Tenía una gran sensibilidad por la justicia social y carecía de interés por el dinero. Su horizonte no terminaba en una ronda de inversores. Su sensibilidad lo llevaría a involucrarse en muchas causas que consideraba justas motivado por la defensa de la cultura libre de internet entre otras cuestiones.
En una entrevista en 2010 Aaron definirá sus motivaciones de esta manera “Al crecer, poco a poco tuve este proceso de entender que todas las cosas a mi alrededor, lo que la gente me había dicho que era la forma natural en que las cosas eran... No eran en absoluto naturales, había cosas que se podían cambiar y aún más importante que eso, había cosas que estaban mal y debían cambiarse. Y una vez que me di cuenta de eso, no hubo vuelta atrás.”
Un mal estudiante y un empleado mediocre
En la misma entrevista Aaron dirá esto sobre el sistema educativo: “Me sentía muy frustrado en la escuela. Pensaba que los maestros no sabían de lo que hablaban, eran dominantes y controladores y la tarea era una falacia. Era como reunir a los estudiantes y forzarlos a hacer tareas improductivas. Y comencé a leer libros sobre historia de la educación y sobre cómo se desarrolló el sistema educativo y alternativas a esto y formas efectivas en que las personas aprendan realmente algo en oposición a solo vomitar hechos que otros maestros les dijeron. Eso me llevó al camino de cuestionar cosas. Una vez que me pregunté sobre la escuela en la que estoy, me pregunté sobre la sociedad que construyó la escuela, me pregunté por los intereses que persiguen las escuelas, me pregunté por el gobierno que creó toda esta estructura.”
Así es que no soportaría más de un año dentro de un programa de la Universidad de Stanford para mentes brillantes, destinados a formar al 1% que domina el mundo de los negocios. Con un espíritu crítico no se sentía cómodo en tal lugar. Prefirió empezar a trabajar en una pequeña empresa que daba cabida a ideas innovadoras como lo fue Reddit. El proyecto Reddit ya estaba en marcha cuando Aaron se unió y gracias a su colaboración el sitio tomó forma y despegó. En pocos meses pasó de tener unos pocos miles de usuarios a alcanzar casi el millón. Fue cuando una compañía de revistas Condé Nast (dueña de revistas como Vanity Fair, Wired, Vogue, Bon Apetit entre otras) hizo una oferta para comprar Reddit. Swartz tomó una pequeña parte del dinero de aquella venta y dejó el resto a su familia. No estaba interesado en que el dinero se convirtiera en la principal preocupación de su vida.
A partir de esta adquisición Aaron trabajó un tiempo para la revista Wired. Pero la experiencia no sería para nada gratificante ni para él ni para sus jefes. Llegaba tarde intencionalmente, ponía complicaciones en los proyectos, peleaba con los coordinadores de proyectos por la estrechez mental de estos. No solía cumplír con las tareas que le eran asignadas porque las consideraba innecesarias y muchas veces absurdas. Hasta que un día al volver de sus vacaciones su jefe le dijo que estaba despedido. Unos compañeros de trabajo le tenían preparada una remera con el mismo isologo de Wired sólo que esta decía ‘Fired’ (juego de palabras entre ‘conectado’ y ‘despedido’).
Derechos de autor
En el 2002 Aaron leyó un artículo en el diario local sobre un tal Lawrence Lessig y algo capturó su interés para siempre. Lessig es un profesor de Stanford, abogado especializado en derechos de autor y tal vez más conocido por ser el fundador de Creative Commons. Lessig se había inspirado por la cultura de internet libre y el software libre a partir de otro gran genio, (de quien hablaremos en próximos artículos) Richard Stallman. Aaron contactó con Lawrence para sugerirle que utilice un formato comprensible para computadoras, para las licencias que estaban proponiendo. La respuesta de Lawrence fue ‘Excelente idea! Por qué no te vienes a trabajar con nosotros?’
En unos pocos meses de trabajo un chico de 16 de los suburbios de Chicago daba una conferencia frente a cientos de personas que lo escuchaban con total atención. Aaron había creado un modo que vinculaba licencias de derechos de autor con el material. No sólo había concretado su propuesta además se había involucrado en las discusiones de Creative Commons más allá de los aspectos técnicos.
Esta idea la podemos ver en la actualidad en el modo que se publican fotografías por ejemplo en Flickr: al subir una fotografía podemos seleccionar debajo qué derechos de autor vamos a publicar. Existe una gran variedad de posibilidades: desde todos los derechos reservados hasta ‘el autor permite su modificación, redistribución y uso comercial’. Incluso cada vez que vemos una imagen en Wikipedia está publicada con CC (abreviación para Creative Commons) 100% abiertos. El propósito de compartir nuestro trabajo con otros es, según los principios de CC, para inspirar, colaborar, incentivar y motivar a otras personas a enriquecer creativamente su propio trabajo utilizando el nuestro. Una idea que al parecer no tendría mucho futuro en un mundo donde la propiedad privada es la regla.
El aporte de Aaron fue fundamental para dar el paso técnico. Luego muchos sitios y artistas comenzaron a utilizar los CC según sus necesidades. En la actualidad empresas como Bandcamp, YouTube, Flickr, MIT OpenCourse Ware, Vimeo y millones de artistas, fotógrafos, músicos, escritores y otros creadores de contenidos se benefician de estas licencias y su formato. Su aporte consistió en una forma de comunicar entre sistemas informáticos qué tipos de CC tenía tal o cual documento lo que permitía rápidamente saber si podíamos o no reutilizar el material.
Esta colaboración abrió una gran amistad con Lawrence y sobre todo un cuestionamiento que se convertiría en central para Aaron: a quién le pertenece la información y cómo se beneficia de ello. Más adelante entraría en contacto con personas, grupos, activistas y fundaciones que le dieron un marco más concreto a las ideas que ya daban vueltas por su mente. Internet libre y el acceso libre a la información. Ideas que lo llevarían a enfrentar a la Corte Federal de los Estados Unidos y al trágico final de su vida.
Compromiso y acción
A medida que pasaban los años, su interés por la política como su pensamiento crítico no hacían más que crecer. Una mente prodigiosa para el desarrollo de software también tenía espacio para el compromiso político. En el 2008 escribió sobre una problemática en su blog personal “[...] Como alguien que quiere hacer una diferencia en el mundo, me he preguntado bastante si existía una manera efectiva para que un programador se involucre en política pero nunca fui capaz de averiguarlo”. En el mismo post describe una idea para enfrentar este asunto. Así nacería el sitio watchdog.net. Lo que proponía era una idea en tres etapas:
1. Capturar datos de todo tipo de fuentes de información; datos demográficos, encuestas públicas, votos, registros de lobby, reportes de financiamiento de campañas, etc. Y con todo esto darle a la gente un modo de recorrer estos conjuntos de datos de manera elegante y agradable.
Pero sabía que esto no era suficiente. A menos que la gente tuviese una forma concreta de hacer algo con toda esa masa de información, sólo contribuiría a hacerla más apática.
2. Por eso watchdog.net aportaría un conjunto de herramientas para que los interesados pasen a la acción: escribir a sus candidatos o llamarlos, enviar notas a periódicos locales, publicar historias sobre cuestiones que de interés común, generar de esta forma un cuadro integrado de colaboración-participación para las siguientes elecciones.
3. Con estas dos piezas juntas se obtendría una base de datos colaborativa de causas políticas. De esta manera una persona interesada en el calentamiento global propondría ideas, buscaría donaciones de campaña y votos para una determinada cuestión.
Todo lo anterior bajo la filosofía de software libre para facilitar su reutilización. Así otras causas, regiones y necesidades diferentes se beneficiarían de la base creada con watchdog.net. Una solución brillante de un desarrollador a un problema político común. El propósito de watchdog.net es el de conectar a ciudadanos, activistas, organizaciones, políticos, programadores y a quienes estuvieran interesado en política.
Pero su accionar político no era sólo a través de un sitio web. Sino a través y por todo internet. En el 2012 será uno de los organizadores y promotores de las movilizaciones en contra de una ley que ponía en peligro el acceso libre a internet. Una ley conocida como SOPA (Stop Online Piracy Act, ley para detener acciones de piratería en línea) proponía obligar a proveedores de servicio de acceso a la red, servidores web, sistemas de ruteo de páginas y otros servicios a impedir su acceso. Esto implica que los usuarios se verían impedidos de acceder a sitios que pudieran ser sospechosos de tener material que infrinja derechos de autor. Primero disparo y luego pregunto: el sitio o servicio afectado debía demostrar su inocencia una vez dejado sin acceso. Tal ley le daba el poder al gobierno de cerrar arbitrariamente sitios web para el público norteamericano. Aunque si tenemos en cuenta que casi la totalidad del tráfico de internet pasa por el territorio de los Estados Unidos de Norteamérica, la censura abarcaría a todo el planeta. Gracias a la acción directa de personas como Aaron fue posible detener esta ley.
La izquierda y las elecciones
En sintonía con watchdog.net y al año siguiente, en el 2009, Aaron co-fundaría con un grupo de activistas el Comité de Campaña por el Cambio Progresivo. El Comité tenía la intención de impulsar candidatos progresistas con propuestas reformistas y agradables para la izquierda. En su mismo blog Aaron escribiría en contra de las ideas de Noam Chomsky y de cómo debe actuar la izquierda frente a las elecciones “[...] Para un joven militante de izquierda, una carrera en los think thanks o un cargo en la academia parece la opción más fácil. Pero postularse para un cargo ejecutivo nunca parece ser una opción viable. (Cuando la gente le pregunta a Noam Chomsky cómo pueden arreglar las cosas, nunca dice que deberían postularse a un cargo). Dejemos de lado la ilusión que la izquierda parece tener para convertirse en una tercera opción en un sistema bipartidista. El resultado es un grave déficit de candidatos de izquierda. Lo que por supuesto alimenta la idea de que los políticos se postulan para luego venderse”.
Gracias a este Comité la candidata Elizabeth Warren por el partido Demócrata lograría ser electa para el senado por el estado de Massachusetts en el 2011. No sería la última candidato en ser impulsado por el Comité que había co-creado Aaron sino que hasta el día de hoy se cuentan 18 candidatos que lograron ser electos con el apoyo del Comité de Campaña por el Cambio Progresivo.
Posiblemente Aaron habría apoyado a Bernie Sanders en las elecciones presidenciales del 2016. A pesar de que Sanders al poco tiempo de haber ilusionado a millones de jóvenes, trabajadores, mujeres y activistas de los Estados Unidos, le dejaría lugar a una persona nefasta para cualquiera que se reivindique de izquierda. Esto demuestra los profundos límites que enfrentan los militantes que no tiene una estrategia de independencia de clases. Sin embargo debemos tener en cuenta la situación de los movimientos y agrupaciones de izquierda reformista en el corazón del capitalismo mundial. Aaron dirá lo siguiente: “[...] Los militantes de izquierda deben pensar más en postularse a cargos. No para dejar de lado el activismo o la defensa de causas justas, sino como una extensión de estas. Las campañas son una oportunidad increíble para explicar, hacer públicas y dar a conocer las luchas por las cosas que la izquierda cree.”
Acceso a la información
Una de las preocupaciones de Swartz era a quién le pertenecía la información. Cuestión que nació a partir de su interés por los derechos de autor. En el mismo año que desarrolla watchdog.net escribirá el Manifiesto de Guerrilla por el Acceso a la Información. “La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes lo quieren mantener para sí mismos. La herencia científica y cultural del mundo completa, publicada durante siglos en libros y journals, está siendo digitalizada y apresada en forma creciente por un manojo de corporaciones privadas. ¿Querés leer los papers que presentan los más famosos resultados de las ciencias? Vas a tener que mandarle un montón de dinero a editoriales como Reed Elsevier.” Reza el primer párrafo del Manifiesto. Aaron estaba decidido a actuar. Su método será la desobediencia civil como propone en el mismo texto.
En los Estados Unidos de Norteamérica existe un programa llamado PACER (Public Access to Court Electronic Records, Acceso Público a los Registros Electrónicos de la Corte por sus siglas). Este programa cobra (actualmente) 10 centavos de dólar para cada página descargada. Si un abogado, estudiante o un ciudadano cualquiera quiere leer sobre ciertos casos para informarse o por la razón que sea, ya que es una base de datos del Estado y al mismo tiempo pública y accesible libremente por ley, debe pagar. Incluso si al utilizar el sistema al hacer una búsqueda no hay resultados también se debe pagar. Pues porque todo lo que el capitalismo pueda mercantilizar, lo hará.
En muchos estados de los Estados Unidos puede llegar mucho más lejos la mercantilización de documentación pública como ser: códigos de edificación, plomería, hasta la constitución de un estado o condado. Un negocio que reporta ganancias en el orden de los 100 millones de dólares al año. Cuando tal sistema está considerado en el presupuesto nacional con un costo operativo anual de 20 millones de dólares. La excusa es que al cobrar pueden mantener esos documentos en línea. Aunque lo intrincado y mal diseñado del sistema dice lo contrario.
Carl Malamud es el fundador de Public.Resource.Org. Un sitio-organización para subir documentos ya comprados a PACER y así colaborar para que sean reutilizados por otras personas. Malamud sería demandado en el 2015 bajo los cargos de terrorismo por publicar la constitución del condado de Georgia. Una cuestión sin dudas irracional.
En el 2008 conocerá a un programador que le propondrá conseguir millones de páginas descargadas de los sistemas PACER. Cuando el sistema PACER surgió generó tanta controversia que la Corte dio acceso gratuito sólo a través de las Bibliotecas Nacionales. Es decir que si una persona se conecta a PACER desde adentro de una de estas bibliotecas públicas puede descargar una cierta cantidad de documentos sin pagar (en aquellos días 8 centavos de dólar). Aaron Swartz en concordancia con su Manifiesto había escrito un pequeño programa de computadora que accedía a este sistema, descargaba documentos e inmediatamente los cargaba en la página de Malamud. El programa que había desarrollado era sencillo pero potente. En unos pocos meses lograría descargar-publicar millones de páginas de la Corte. Como ya podemos ver todo lo que hacía Aaron estaba bajo el cuestionamiento de los derechos de autor y el acceso libre a la información. Lo ocurrido con PACER no pasaría desapercibido para el FBI. La vida de Swartz continuaría sin sobresaltos, de momento.
El capitalismo contra la ciencia, Aaron contra el capitalismo
Uno de los puntos claves de la historia de Aaron Swartz comienza el 24 de septiembre de 2010 en los sótanos del MIT. Mucho antes de aquel día, Aaron había puesto toda su energía en continuar su trabajo como ya lo había hecho colaborando con Malamud. Había descubierto que las publicaciones científicas no son accesibles para todos. Ni siquiera para sus propios autores. Esto es algo que afecta a todos los investigadores, estudiantes, profesores y personas interesadas en publicaciones científicas. Algo funcionaba muy mal, y aún hoy funciona muy mal. Aaron no dejaría pasar el asunto sin más.
En todas, o en casi todas, las universidades de la Argentina tenemos acceso a las bases de datos de publicaciones científicas. Son servidores privados que por una cuota mensual o anual en dólares (en el orden de los miles de dólares) y siempre y cuando estemos dentro de la red de la universidad, junto con un usuario y contraseñas gestionados por la institución educativa podremos acceder a los resultados de las investigaciones. Sólo que hay un pequeño problema con esto. Estos servicios privados de bases de datos de papers (término que en la jerga científica se refiere a la investigación en sí) no pagan a los investigadores, o universidades, o estados y gobiernos que financian las investigaciones. Y ni siquiera pagan a los comités que revisan estas publicaciones. Sino que todas las investigaciones ya son financiadas por el erario público. Entonces estos servicios privados amasan fortunas robando el esfuerzo de los trabajadores de la ciencias y de las arcas de los estados, gobiernos y universidades que realmente lo financian.
JSTOR es uno de estos servicios privados y no es el más grande. Para poder leer o descargar un paper debemos pagar entre 14 y 30 dólares en promedio. Aquel 24 de septiembre de 2010 Aaron conectó una computadora personal (notebook) a la red del MIT con un programa similar al que había escrito para descargar de PACER. Utilizaró su cuenta personal otorgada por el MIT, ya que en aquellos días participaba de un grupo de investigación en Harvard. La base de datos con la que empezó a descargar fue la de JSTOR. Tal acción llamaría la atención de los técnicos de JSTOR. Las descargas eran tan masivas que decidieron cortar el acceso a todo el MIT. Cuestión que provocaría que tanto el MIT como JSTOR le darían caza a este programa de descargas masivas.
A principios de enero del 2011 lograrían dar con una computadora personal en el sótano del edificio 16 del MIT conectada a la red. Llamarían a la policía local para dar aviso y en lugar de desconectar la computadora que estaba infringiendo la ley la dejaron donde estaba. Gracias a una cámara de seguridad, intencionalmente puesta, capturó en vídeo a Aaron Swartz entrando en la habitación (que dicho sea, no tenía ni siquiera una medida de seguridad de acceso físico: llave, candado, traba...nada) para cambiar un disco rígido externo y luego retirarse. JSTOR y el MIT presentaría cargos contra Aaron con la filmación como prueba.
Persecución judicial y acoso policial
Para su viejo amigo, Lawrence Lessig, esto estaba más allá de la ética aceptable. Aunque su verdadera preocupación era que por la transgresión de Aaron de los Términos de Servicios (famosos ToS que todos solemos aceptar sin leer; asunto que también trataremos en futuros artículos) de JSTOR. Estaba preocupado porque sabía que la corte transformaría una transgresión de los términos de servicios en algo mucho más peligroso para Aaron, buscarían convertirlo en un criminal. Lessig escribió lo siguiente en desacuerdo con lo que hizo Aaron: “[...] Soy un gran partidario de cambiar la ley. Como mis repetidos requerimientos judiciales contra intercambio ilegal de archivos dan fe, sin embargo, no soy un creyente de romper las malas leyes. Ni siquiera estoy convencido de que las leyes que protegen entidades como JSTOR son malas. Y aunque a veces la desobediencia civil es apropiada, incluso entonces los rebeldes que desobedecen la ley aceptan el castigo.” Aaron se estaba exponiendo demasiado, ni siquiera el creador de Creative Commons podía ir tan lejos esta vez.
En un intento por despegarse del trágico final de la vida de un prodigio tanto el MIT como JSTOR le dedican unas agradables palabras al póstumo Aaron Swartz. Aunque la correspondencia interna entre ambas instituciones mostraba el enojo que tenían los empleados por la frustración de que un hacker ético los hubiera dejado tan expuestos. El fallo de seguridad del que tomó ventaja Aaron aún hoy funciona. Aunque para ser justos con los técnicos de JSTOR no es en sí un fallo sino una metodología de trabajo de la que es muy fácil tomar ventaja. Ya que permiten descargar cuantos documentos un usuario, dentro de una red universitaria, quiera. Aaron no realizó un ataque de denegación de servicios ni si quiera tapó sus pasos ni ocultó su identidad. La intención fue desde el principio transgredir una ley que consideraba injusta lo que ciertamente lo expuso. Su idea era hacer públicos y gratuitos todos esos documentos PDF.
Una vez que dieron con Aaron llegaron a un acuerdo con él y JSTOR retiró la denuncia y los cargos siempre y cuando recuperasen todo el material que para ellos Aaron había robado. Cuestión extraña porque no le pertenecen a ninguna base de datos privada, de hecho eso mismo dicen los términos y condiciones del servicio de JSTOR. El MIT, sin embargo, no retiró los cargos o no todos los cargos. Era justo lo que el Servicio Secreto de los Estados Unidos y Departamento de Justicia necesitaban. Querían un caso de cualquier hacker para dar una lección a todos los que se atrevieran a desafiar el orden establecido. Llevaron adelante una persecución sin precedentes contra Aaron. Le cayeron con todo el peso de la ley. Haciendo interpretaciones arbitrarias de la tan difamada Patriotic Act. Levantarían 13 cargos contra Aaron. Lo que podría costarle entre 35 a 50 años de cárcel y más de un millón de dólares de multa. Según la fiscalía federal Swartz era culpable de fraude electrónico, fraude por computadora y daño imprudente contra JSTOR, daño a la propiedad privada entre otros. La fiscalía llegaría a calificarlo de terrorista.
Su familia, amigos, pareja y conocidos eran vigilados y acosados tanto por la policía local como por el FBI. En julio de 2011, Swartz fue detenido por el servicio secreto y retenido por la policía local. Entraron en su departamento haciendo redadas como si se tratara de un peligroso criminal. Todos en su entorno sufrieron durante meses el acoso de un estado que se conducía como un estado policial. Todo esto llevó a situaciones de estrés que desembocaron en estados de profunda depresión del joven programador. Lo llamativo de esto es que el afectado, JSTOR, le había pedido a la corte que no continué con el caso. No hizo lo mismo el MIT por lo que la familia acusó, con justa razón, a esta prestigiosa institución educativa a colaborar con el trágico final de la vida de Aaron.
El hijo de internet
El 11 de enero del 2013 Aaron Hilel Swartz de 26 años se quitó la vida colgándose por el cuello en su departamento en Brooklyn. No pudo soportar la persecución y el acoso policial que estaba sufriendo él y su familia. El final de su vida se hizo sentir como un cataclismo en el mundo del activismo, el internet libre y entre los hackers de todo el mundo y los medios internacionales. El creador de lo que hoy conocemos como internet, Tim Berners-Li (un investigador del CERN que desarrolló el protocolo HTML y otros estándares fundamentales que sostienen internet actual) que había conocido a Aaron y defendió su causa, escribió:
Aaron ha muerto.
Caminantes de este mundo loco,
hemos perdido a un mentor, a un viejo sabio.
Hackers por los derechos, tenemos una baja,
hemos perdido a uno de los nuestros.
Criadores, cuidadores, oyentes, alimentadores,
todos los padres,
hemos perdido a un niño.
Lloremos todos.
Hasta qué punto puede llegar el cinismo de los medios de comunicación burgueses anunciando a las personas que dan su trabajo al mundo por el sólo hecho de hacer un beneficio al mundo. Lo presentan como una contradicción con la ideología individualista: ¡Vean! ¡No lo hizo para ganar dinero cuando habría sido un gran negocio! ¡Qué humanitario! ¿No será que la regla es ser humano?
Las mentes más brillantes han sido el objetivo principal de las grandes corporaciones, gobiernos y universidades. Estas instituciones necesitan de ellos para poder subsistir en una sociedad cada más codificada. Como un encadenamiento de prácticas represivas o bien censuradoras que promueven una controversia entre las ciencias mal llamadas duras y las ciencias sociales. Como si debiéramos ubicarnos necesariamente en uno u otro campo. ¿Quién dijo que debe ser así? ¿A quién se le sirve que sea así? Al separarnos en dominios supuestamente opuestos también nos separan intelectivamente: la sensibilidad social. Nadie carece de ella pero puede atrofiarse. Ese es el objetivo que persiguen las instituciones que reproducen un sistema. Las mentes más brillantes que no han sido cooptadas y puestas en alguno de esos campos, que no han sido domesticados por la academia, que no han sido tentados por los negocios, que no han caído en la miseria del poder estatal, son las mentes más peligrosas para el capitalismo. Porque el capitalismo es irracional.
El capitalismo es enemigo natural de quienes se atreven a despreciar sus tentaciones. Aaron Hilel Swartz cruzó ese desierto de tentaciones para ser libre y hacer libre la información que las corporaciones consideran su propiedad. Su acción y sus ideas fueron coherentes siempre, su lucha fue contra el capitalismo desde el mundo de la información e internet. O tal vez mejor dicho por el conocimiento. Nuestra lucha es contra el capitalismo por las ideas de personas como Aaron y como miles de otras personas que son oprimidas y explotadas por un sistema injusto en su fundamento. Fundamentos que Aaron cuestionó desde su infancia.