El estudio más completo publicado hasta ahora sobre la denominada Escuela de Fráncfort, vinculada a Adorno, Horkheimer, Benjamin, Marcuse, Fromm y Habermas. El autor estudia los orígenes y desarrollo de ésta, los debates que la caracterizaron, sus dificultades en el exilio, su retorno a Europa, su institucionalización, recepción y creciente influencia en el debate académico y político en las últimas décadas.
El nombre de Escuela de Fráncfort se hizo popular en la década de 1960, tanto en Alemania como otros países que, de alguna manera, siguieron las discusiones teóricas y políticas que pretendían una teoría social y política crítica y de izquierdas que por tanto tomaba distancia de la ortodoxia del "socialismo realmente existente" (URSS).
Sin embargo no existió, como tal, una «escuela» única y lineal. El rótulo, «escuela de Fráncfort», ha provocado dos consecuencias:
1) Unificar bajo el mismo concepto teorías distantes e incluso contradictorias.
2) Minimizar las diferencias teóricas entre los diferentes autores.
Una consecuencia de esto último ha sido establecer algo así como una línea ininterrumpida de progreso teórico que va desde la primera formulación de la teoría crítica por Max Horkheimer en su obra Teoría tradicional y teoría crítica de 1937 hasta Jürgen Habermas y su obra de 1981 Teoría de la acción comunicativa donde describe el concepto de acción comunicativa, considerándolo una "superación" de las concepciones anteriores. Como muestra del error contenido en esta etiqueta unificadora, basta citar que en el año 1983 se celebraron dos congresos sobre el pensamiento y la obra de Theodor Adorno: uno en Fráncfort, auspiciado por Jürgen Habermas y otro en Hamburgo, auspiciado por el grupo reunido en torno a la revista Zeitschrift für kritische Theorie.
El énfasis del proyecto sustentado por el Instituto de Investigación Social estaba puesto en la crítica y renovación de la teoría marxista de la época, haciendo hincapié en el desarrollo interdisciplinario y en la reflexión filosófica sobre la práctica científica. Agrupó a estudiosos de muy diferentes ámbitos y tendencias y fue la primera institución académica de Alemania que abrazó abiertamente las ideas marxistas; debido a esto y al origen judío de muchos, la mayoría de sus miembros tuvo que trasladarse al exilio durante el régimen nazi, principalmente a Estados Unidos, regresándo luego varios de ellos a Fráncfort del Meno tras la victoria aliada. Aunque el instituto continúa activo, practicando la crítica social (hoy día bajo la dirección de Axel Honneth), desde el punto de vista histórico se considera a Jürgen Habermas el último miembro de la escuela de Fráncfort. Habermas, sin embargo sostiene posiciones que son profundamente divergentes de las que defendía la primera generación de investigadores sociales.
Max Horkheimer se convirtió en el director del Instituto en 1930. Su órgano de publicación fue la Zeitschrift für Sozialforschung (Revista de investigación social), inicialmente editada en Leipzig y, posteriormente, con el auge del régimen nazi, en París. La escuela de Fráncfort reunió marxistas disidentes, críticos severos del capitalismo que creían que algunos de los denominados seguidores de las ideas de Karl Marx sólo utilizaban una pequeña porción de las ideas de este, usualmente en defensa de los partidos comunistas más ortodoxos. Influidos además por el surgimiento del nazismo en una nación tecnológica, cultural y económicamente avanzada como Alemania y los fracasos de las revoluciones obreras en Europa Occidental especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, tomaron como tarea encontrar las partes del pensamiento marxista que pudieran servir para clarificar condiciones sociales que Marx no podía haber visto o predicho.
Para lograr esto, se apoyaron en la obra de otros autores para enriquecer la teoría marxista y darle un carácter más explicativo. Max Weber ejerció una notable influencia, así como Sigmund Freud (particularmente en la obra de Herbert Marcuse). El énfasis de la escuela en el componente crítico de la teoría se derivaba de su intento por sobrepasar los límites del positivismo, el materialismo vulgar y la fenomenología mediante un retorno a la filosofía crítica de Immanuel Kant y sus sucesores en el idealismo alemán, principalmente Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Una influencia clave también vino de la publicación en 1930 de las obras de Marx Manuscritos económico-filosóficos o Cuadernos de París y la Ideología alemana, obras que mostraron una continuidad de ciertos temas hegelianos en la obra de Marx.
El nombre de Escuela de Fráncfort se hizo popular en la década de 1960, tanto en Alemania como otros países que, de alguna manera, siguieron las discusiones teóricas y políticas que pretendían una teoría social y política crítica y de izquierdas que por tanto tomaba distancia de la ortodoxia del "socialismo realmente existente" (URSS).
Sin embargo no existió, como tal, una «escuela» única y lineal. El rótulo, «escuela de Fráncfort», ha provocado dos consecuencias:
1) Unificar bajo el mismo concepto teorías distantes e incluso contradictorias.
2) Minimizar las diferencias teóricas entre los diferentes autores.
Una consecuencia de esto último ha sido establecer algo así como una línea ininterrumpida de progreso teórico que va desde la primera formulación de la teoría crítica por Max Horkheimer en su obra Teoría tradicional y teoría crítica de 1937 hasta Jürgen Habermas y su obra de 1981 Teoría de la acción comunicativa donde describe el concepto de acción comunicativa, considerándolo una "superación" de las concepciones anteriores. Como muestra del error contenido en esta etiqueta unificadora, basta citar que en el año 1983 se celebraron dos congresos sobre el pensamiento y la obra de Theodor Adorno: uno en Fráncfort, auspiciado por Jürgen Habermas y otro en Hamburgo, auspiciado por el grupo reunido en torno a la revista Zeitschrift für kritische Theorie.
El énfasis del proyecto sustentado por el Instituto de Investigación Social estaba puesto en la crítica y renovación de la teoría marxista de la época, haciendo hincapié en el desarrollo interdisciplinario y en la reflexión filosófica sobre la práctica científica. Agrupó a estudiosos de muy diferentes ámbitos y tendencias y fue la primera institución académica de Alemania que abrazó abiertamente las ideas marxistas; debido a esto y al origen judío de muchos, la mayoría de sus miembros tuvo que trasladarse al exilio durante el régimen nazi, principalmente a Estados Unidos, regresándo luego varios de ellos a Fráncfort del Meno tras la victoria aliada. Aunque el instituto continúa activo, practicando la crítica social (hoy día bajo la dirección de Axel Honneth), desde el punto de vista histórico se considera a Jürgen Habermas el último miembro de la escuela de Fráncfort. Habermas, sin embargo sostiene posiciones que son profundamente divergentes de las que defendía la primera generación de investigadores sociales.
Max Horkheimer se convirtió en el director del Instituto en 1930. Su órgano de publicación fue la Zeitschrift für Sozialforschung (Revista de investigación social), inicialmente editada en Leipzig y, posteriormente, con el auge del régimen nazi, en París. La escuela de Fráncfort reunió marxistas disidentes, críticos severos del capitalismo que creían que algunos de los denominados seguidores de las ideas de Karl Marx sólo utilizaban una pequeña porción de las ideas de este, usualmente en defensa de los partidos comunistas más ortodoxos. Influidos además por el surgimiento del nazismo en una nación tecnológica, cultural y económicamente avanzada como Alemania y los fracasos de las revoluciones obreras en Europa Occidental especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, tomaron como tarea encontrar las partes del pensamiento marxista que pudieran servir para clarificar condiciones sociales que Marx no podía haber visto o predicho.
Para lograr esto, se apoyaron en la obra de otros autores para enriquecer la teoría marxista y darle un carácter más explicativo. Max Weber ejerció una notable influencia, así como Sigmund Freud (particularmente en la obra de Herbert Marcuse). El énfasis de la escuela en el componente crítico de la teoría se derivaba de su intento por sobrepasar los límites del positivismo, el materialismo vulgar y la fenomenología mediante un retorno a la filosofía crítica de Immanuel Kant y sus sucesores en el idealismo alemán, principalmente Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Una influencia clave también vino de la publicación en 1930 de las obras de Marx Manuscritos económico-filosóficos o Cuadernos de París y la Ideología alemana, obras que mostraron una continuidad de ciertos temas hegelianos en la obra de Marx.
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