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Jorge Luis Borges (Obras Completas en PDF) (35 Libros)

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Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves. Aunque las ficciones de Borges recorren el conocimiento humano, en ellas está casi ausente la condición humana de carne y hueso; su mundo narrativo proviene de su biblioteca personal, de su lectura de los libros, y a ese mundo libresco e intelectual lo equilibran los argumentos bellamente construidos, simétricos y especulares, así como una prosa de aparente desnudez, pero cargada de sentido y de enorme capacidad de sugerencia.

Recurriendo a inversiones y tergiversaciones, Borges llevó la ficción al rango de fantasía filosófica y degradó la metafísica y la teología a mera ficción. Los temas y motivos de sus textos son recurrentes y obsesivos: el tiempo (circular, ilusorio o inconcebible), los espejos, los libros imaginarios, los laberintos o la búsqueda del nombre de los nombres. Lo fantástico en sus ficciones siempre se vincula con una alegoría mental, mediante una imaginación razonada muy cercana a lo metafísico. Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El Hacedor (1960) constituyen sus tres colecciones de relatos de mayor proyección. A pesar de que su obra va dirigida a un público comprometido con la aventura literaria, su fama es universal y es definido como el maestro de la ficción contemporánea. Sólo su ideario político pudo impedir que le fuera concedido el Nobel de Literatura.

Jorge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Un antepasado suyo, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el rango de coronel. Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.

En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo acompañarían durante toda su vida. Con apenas seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje del Quijote redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.

En el mismo año en que se inició la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.

Borges era entonces un adolescente que devoraba incansablemente la obra de los escritores franceses, desde los clásicos como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas, y que descubría maravillado el expresionismo alemán, por lo que se decidió a aprender el idioma descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.


Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández, Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego y al año siguiente la familia pasa a residir en España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos rojos.

En Madrid trabará amistad con un notable políglota y traductor español, Rafael Cansinos Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de estilos, proclamó como su maestro. Conoció también a Valle-Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su influencia, y gracias a sus traducciones, fueron descubiertos en España los poetas expresionistas alemanes, aunque había llegado ya el momento de regresar a la patria convertido, irreversiblemente, en un escritor.

La juventud ultraísta

De regreso en Buenos Aires, en 1921 fundó con otros jóvenes la revista Prismas y, más tarde, la revista Proa; firmó el primer manifiesto ultraísta argentino, y, tras un segundo viaje a Europa, entregó a la imprenta su primer libro de versos: Fervor de Buenos Aires (1923). Seguirán entonces numerosas publicaciones, algunos felices libros de poemas, como Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929), y otros de ensayos, como Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos, que desde entonces se negaría a reeditar.

Durante los años treinta su fama creció en Argentina y su actividad intelectual se vinculó a Victoria Ocampo y Silvina Ocampo; las hermanas Ocampo le presentaron a su vez a Adolfo Bioy Casares, pero su consagración internacional no llegaría hasta muchos años después. De momento ejerce asiduamente la crítica literaria, traduce con minuciosidad a Virginia Woolf, a Henri Michaux y a William Faulkner y publica antologías con sus amigos; frecuenta a su maestro Macedonio Fernández y colabora con Victoria Ocampo en la fundación de la emblemática revista Sur (1931), en torno a la cual se moverá lo mejor de las letras argentinas de entonces (Oliverio Girondo, Enrique Anderson Imbert y el mismo Bioy Casares, entre otros).


En 1938 fallece su padre y comienza a trabajar como bibliotecario en las afueras de Buenos Aires; durante las navidades de ese mismo año sufre un grave accidente, provocado por su progresiva falta de visión, que a punto está de costarle la vida. Al agudizarse su ceguera, Borges deberá resignarse a dictar sus cuentos fantásticos y desde entonces requerirá permanentemente de la solicitud de su madre y de su amigos para poder escribir, colaboración que resultará muy fructífera. Así, en 1940, el mismo año en que asiste como testigo a la boda de Silvina Ocampo y Bioy Casares, publica con ellos una espléndida Antología de la literatura fantástica, y al año siguiente una Antología poética argentina.

En 1942, Borges y Bioy se esconden bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y entregan a la imprenta unos graciosos cuentos policiales que titulan Seis problemas para don Isidro Parodi. Sin embargo, su creación narrativa no obtiene por el momento el éxito deseado, e incluso fracasa al presentarse al Premio Nacional de Literatura con sus cuentos recogidos en el volumen El jardín de senderos que se bifurcan (1941), los cuales se incorporarán luego a uno de sus más célebres libros, Ficciones (1944), obra con que se inicia su madurez literaria y el pleno reconocimiento en su país.


Borges es sin duda el escritor argentino con mayor proyección universal. Se hace prácticamente imposible pensar la literatura del siglo XX sin su presencia, y así lo han reconocido no sólo la crítica especializada, sino también las sucesivas generaciones de escritores, que vuelven con insistencia sobre sus páginas como si éstas fueran canteras inextinguibles del arte de escribir.

Borges fue el creador de una cosmovisión muy singular, sostenida sobre un original modo de entender conceptos como los de tiempo, espacio, destino o realidad. Sus narraciones y ensayos se nutren de complejas simbologías y de una poderosa erudición, producto de su frecuentación de las diversas literaturas europeas, en especial la anglosajona (William Shakespeare, Thomas De Quincey, Rudyard Kipling o Joseph Conrad son referencias permanentes en su obra), además de su conocimiento de la Biblia, la Cábala judía, las primigenias literaturas europeas, la literatura clásica y la filosofía. Su riguroso formalismo, que se constata en la ordenada y precisa construcción de sus ficciones, le permitió combinar esa gran variedad de elementos sin que ninguno de ellos desentonara.

Los inicios poéticos

Borges había conocido en Madrid a los jóvenes escritores del grupo ultraísta, que se nucleaban en torno al poeta andaluz Rafael Cansinos Assens. A su retorno a la Argentina, a comienzos de la década de 1920, difundió entre sus pares esa nueva concepción de la poesía y las imágenes poéticas, principalmente dentro del grupo de los escritores vanguardistas. El primer libro de poemas de Borges fue Fervor de Buenos Aires (1923), en el que ensayó una visión personal de su ciudad, de evidente cuño vanguardista.

En 1925 dio a conocer Luna de enfrente y, tres años más tarde, Cuaderno San Martín, poemarios en los que aparece con insistencia su mirada sobre las "orillas" urbanas, esos bordes geográficos de Buenos Aires en los que años más tarde ubicará la acción de muchos de sus relatos. Puede decirse que en estos primeros libros Borges funda con su escritura una Buenos Aires mítica, dándole espesor literario a calles y barrios, portales y patios. El poeta parece rondar la ciudad como un cazador en busca de imágenes prototípicas, que luego volcará con maestría en sus versos y prosas.

En 1930 publicó Evaristo Carriego, un título esencial en la producción borgeana. En este ensayo, al tiempo que traza una biografía del poeta popular que da título al libro, se detiene en la invención y narración de diferentes mitologías porteñas, como en la poética descripción del barrio de Palermo. Evaristo Carriego no responde a la estructura tradicional de las presentaciones biográficas, sino que se sirve de la figura del poeta elegido para presentar nuevas e inéditas visiones de lo urbano, como se manifiesta en capítulos tales como "Las inscripciones de los carros" o "Historia del tango".

Hacia 1932 da a conocer Discusión, libro que reúne una serie de ensayos en los que se pone de manifiesto no sólo la agudeza crítica de Borges, sino también su capacidad en el arte de conmover los conceptos tradicionales de la filosofía y la literatura. Además de las páginas dedicadas al análisis de la poesía gauchesca, este volumen integra capítulos que han servido como venero de asuntos de reflexión para los escritores argentinos, tales como "El escritor argentino y la tradición", "El arte narrativo y la magia" o "La supersticiosa ética del lector".

En 1935 aparece Historia universal de la infamia, con textos que el propio autor califica como ejercicios de prosa narrativa y en los que es evidente la influencia de Robert Louis Stevenson y G. K. Chesterton. Este volumen incluye uno de sus cuentos más famosos, "El hombre de la esquina rosada"; le siguieron los ensayos de Historia de la eternidad (1936).

La madurez de un narrador

El accidente casi mortal que sufrió a fines de 1938 marcó el antes y el después de su destino: de él saldría con la secuela del avance irreversible de su ceguera y con la decisión de enfrentarse a la creación de ficciones, cuyo primer fruto será el memorable relato El sur, y el libro que iniciará la ininterrumpida sucesión de sus obras maestras: El jardín de senderos que se bifurcan (1941). A partir de ese momento, la vida y la obra de Borges entran en una madurez y en una creciente divulgación en círculos concéntricos, que sólo se interrumpirán con su muerte, casi medio siglo más tarde.

Con ser todo ello significativo para la vida del autor, lo más destacable del proceso es el reconocimiento que Borges hace de sí mismo y de su obra a partir del comienzo de los años cuarenta, y que le impulsa a la creación de ese género a mitad de camino entre la narrativa, el ensayo, la glosa, la sinopsis de libros que nunca serán escritos y la investigación erudita, que definirá mejor que nada su título acaso más representativo, Ficciones, que en 1944 marca el ecuador de la obra de Borges, no sólo por el nivel insuperable que alcanza, sino por la condensación genérica que la caracterizará de allí en adelante.


Ciertamente, Ficciones (1944) acabó de consolidar a Borges como uno de los escritores más singulares del momento en lengua castellana. En la primera de sus partes, titulada El jardín de senderos que se bifurcan, reeditó la colección de ocho cuentos que había publicado en 1941; en la segunda parte, Artificios, incluyó seis nuevos relatos, número ampliado a nueve en la edición de 1956.

En las páginas de este libro se despliega toda su maestría imaginativa, plasmada en cuentos como "La biblioteca de Babel", "El jardín de los senderos que se bifurcan" o "La lotería de Babilonia". También pertenece a este volumen "Pierre Menard, autor del Quijote", relato o ensayo (en Borges esos géneros suelen confundirse deliberadamente) en el que reformula con genial audacia el concepto tradicional de influencia literaria, así como su célebre cuento "La muerte y la brújula", en el que la trama policial se conjuga con sutiles apreciaciones derivadas del saber cabalístico, al que Borges dedicó devota atención.

El Aleph (1949), volumen de diecisiete cuentos, vuelve a demostrar su maestría estilística y su ajustada imaginación, que combina elementos de la tradición filosófica y de la literatura fantástica. Además del cuento que da título al libro, se incluyen otros como "Emma Zunz", "Deutsches Requiem", "El Zahir" y "La escritura del Dios". El Hacedor (1960) incluía algunas piezas escritas treinta años antes y sin embargo guardaba una sólida unidad entre todas sus partes, no sólo formal sino también en cuanto a contenidos, siempre alineados en la idea borgeana de que tanto los grandes sistemas de la metafísica como las parábolas y las elucidaciones de la teología son elementos que forman parte del gran mundo de la literatura fantástica.

La consagración internacional

Con la obtención del Premio Internacional de Literatura Formentor, que comparte con Samuel Beckett en 1961, la crítica descubre a Borges a nivel planetario, y las invitaciones, los doctorados honoris causa, los ciclos de conferencias, los premios y las traducciones a las más diversas lenguas se sucedieron en un vértigo incesante, que lo convirtieron en uno de los escritores vivos de mayor prestigio y reconocimiento universal.

El impactante y masivo reconocimiento público de la figura y la obra de Borges debe ser situado como un efecto derivado del llamado Boom de la literatura hispanoamericana. La demanda por parte del público de obras de autores latinoamericanos no se agotó con aquellos que originalmente pertenecían a la generación del Boom (Julio Cortázar, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa), sino que se extendió a un grupo de escritores que, por edad y por preferencias estéticas, no formaban parte de esa órbita.

A pesar de la nutridísima bibliografía de Borges, de pocos escritores como de él se puede afirmar que es, en lo esencial, autor de un solo libro, desdoblado en distintas versiones o aproximaciones, que sus Obras Completas ejemplifican como otros tantos frutos de un mismo árbol, ya que (como él mismo afirmara de Quevedo) más que un escritor, Borges es en verdad "una vasta literatura".

Así, sus obras en prosa posteriores a las mencionadas (Manual de zoología fantástica, 1957; El libro de los seres imaginarios, 1967; El informe de Brodie, 1970; El congreso, 1971; El libro de arena, 1975) incluyen con frecuencia poemas. Durante treinta años no había publicado un solo verso, como para marcar una distancia definitiva con la etapa que denominó "la gran equivocación ultraísta"; y sus entregas poéticas de la madurez, como El otro, el mismo (1964), Para las seis cuerdas (1965), Elogio de la sombra (1969), El oro de los tigres (1972), La rosa profunda (1975) o La moneda de hierro (1976), admiten poemas narrativos, y otros que son auténticas ficciones, como "El Golem", que simplemente han sido redactadas en verso.

La obra de Borges se reparte también en un buen número de volúmenes escritos en colaboración, tanto dedicados a la ficción como al ensayo. Engrosan el caudal de sus escritos una gran cantidad de notas de crítica bibliográfica y comentarios de literatura, aparecidos en diferentes publicaciones periódicas argentinas y extranjeras, además de conferencias y entrevistas en las que desplegó con inteligencia y mordacidad sus puntos de vista. Se trata de una parte de su obra que, casi a la misma altura que sus libros considerados mayores, ha sido objeto recurrente de comentario y estudio por parte de la crítica y de numerosas recopilaciones.

A continuación  les dejamos sus Obras completas para descargarlas. Saludos desde Venezuela! 
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                                           El libro del cielo y del infierno


Fruto de otra de sus enciclopédicas lecturas —una de las colaboraciones más extraordinarias de la historia literaria—, Jorge Luis Borges preparó con Adolfo Bioy Casares en 1948 una antología sobre el cielo y el infierno, y declaró: «Desde la primitiva mitología hasta las mordaces alusiones del irlandés Bernard Shaw, recopilamos en un volumen cuanto se ha escrito sobre el tema. Desfilarán por estas páginas trozos de libros sagrados, musulmanes, poemas, alusiones a León Bloy, Kafka, etcétera».

Este libro, cuya frecuentación transforma su naturaleza con cada nueva lectura, y es, sin exageración, una de sus obras centrales, no vio la luz hasta 1960. Escribieron ambos entonces: «El criterio que hoy nos guía es distinto. Hemos buscado lo esencial, sin descuidar lo vivido, lo onírico y lo paradójico. Una antología como ésta es, necesariamente, inconclusa; el tiempo y tu notoria erudición, oh lector, nos revelarán cielos aún más generosos e infiernos aún más justos y crueles».




                                                                 Arte poética


El lector tiene en sus manos un libro inédito de Jorge Luis Borges, integrado por seis conferencias sobre poesía pronunciadas en inglés en la Universidad de Harvard durante el curso 1967-1968. A lo largo de unas páginas tan brillantes y precisas que cuesta creer que fuesen dichas —y no leídas— un Borges en la plenitud de su talento reflexiona sobre los misterios y tesoros de la palabra poética. En la línea del ensayo imaginativo y suavemente irónico de sus mejores inquisiciones, estas conferencias deslumbrantes nos recuerdan, entre otras cosas, el especial atractivo de ciertas metáforas, la fuerza y la dignidad de la épica (a juicio de Borges, género narrativo preferible a la novela), la belleza que se esconde en las traducciones más felices, la corta distancia que media entre el buen poema y el malo, o la impronta que la tradición deja sobre cada imagen, cada palabra y cada lector. A través de un torrente de autores, libros y citas, evocados puntualmente por la prodigiosa memoria del escritor argentino, este Arte poética nos revela el credo literario de uno de los grandes fabuladores del siglo XX.




Nuevos cuentos de Bustos Domecq




Hace cincuenta años que H. Bustos Domecq ocupa un puesto de honor en el poco dilatado territorio de la literatura argentina. Nacido de la amistad entre Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, este curioso personaje no es, sin embargo, una mera suma de sus dos ilustres padres, sino el original producto de una afortunada empresa literaria en común. Su singular e insigne bibliografía incluye, aparte de los cuentos quizá más originales de este género ya casi infinito, algunos de los más ilustres ejemplos de humor y parodia con que cuenta la literatura en castellano. Virtudes manifiestas en estos Nuevos cuentos, que son nueve, y que, como la esfera del filósofo, proclaman la circunferencia pero ocultan las múltiples formas del universo.




El idioma de los argentinos


Publicado en 1928 en una tirada de quinientos ejemplares, al igual que dos años antes «El tamaño de mi esperanza», El idioma de los argentinos corrió la misma suerte que este último e «Inquisiciones», quedando oficialmente desterrado de la obra del autor, quien no obstante recuperó textos sueltos de estos libros para la edición de sus obras en la prestigiosa colección francesa de La Pléiade. Sin embargo, igual que nadie puede renunciar al tiempo y a las cosas ya vividas, y menos hacerlas desaparecer, en estas páginas estaba ya sin duda Borges: «Tres direcciones cardinales rigen este libro. La primera es un recelo, el lenguaje; la segunda es un misterio y una esperanza, la eternidad; la tercera es esta gustación, Buenos Aires. Las dos últimas confluyen en la declaración intitulada Sentirse en muerte. La primera quiere vigilar en todo decir.»





Historia de la eternidad


Una reflexión sobre el tiempo, el infinito y lo finito, entre otros asuntos que sólo pueden tener que ver son su admirable sabiduría filosófica. «Si los destinos de Edgar Allan Poe, de los vikings, de Judas Iscariote y de mi lector secretamente son el mismo destino el único destino posible, la historia universal es la de un solo hombre.» En los tratados contenidos en este volumen Borges habla de la esencia del tiempo, que se concreta bien en el mecanismo de una metáfora, bien en una refutación filosófica. El asunto es la coincidencia, la ocupación de un mismo lugar físico o mental, la repetición, la versión. Así, el ensayo sobre los traductores de «Las mil y una noches» tiene su eco en los símiles de la literatura germánica antigua; la doctrina de los ciclos halla su espejo en las enseñanzas de la termodinámica. «Historia de la eternidad», cuya primera edición data de 1936, prefigura ya los contornos del Borges del medio siglo posterior.




Borges A/Z



"El hecho de que el género literario que yo prefiera sea la enciclopedia se debe a varias razones. Una, que es honrosa: mi curiosidad; otra, que es menos honrosa: mi haraganería. Pero la más importante de todas, quizá sea esta: la cuota de sorpresa, de suspenso, como se dice ahora, que hay en las enciclopedias. En un libro se sabe con antelación lo que se encontrará; es decir, que uno sabe que le espera tal o cual cosa de acuerdo al tipo de libro que se haya elegido. Esto no sucede en una enciclopedia, ya que está regida por el orden alfabético que sencillamente es un desorden, sobre todo si uno piensa en los temas".

Jorge Luis Borges




Libro de sueños



En la infancia yo ejercí con fervor la adoración del tigre, no el tigre overo de los camalotes del Paraná y de la confusión amazónica sino el tigre rayado, asiático y real, que solo pueden afrontar los hombres de guerra, sobre un castillo encima de un elefante. Paso la infancia, caducaron los tigres y su pasión, pero todavía están en mis sueños. En esa napa sumergida o caótica siguen prevaleciendo y así: Dormido, me distrae un sueño cualquiera y de pronto se que es un sueño. Suelo pensar entonces: Éste es un sueño, una pura diversión de mi voluntad, y ya que tengo un ilimitado poder, voy a causar un tigre.





Veinticinco Agosto 1983 y otros cuentos



En mi curioso ayer prevalecía la superstición de que entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar. El planeta estaba poblado de espectros colectivos, el Canadá, el Brasil, el Congo Suizo y el Mercado Común. Casi nadie sabía la historia previa de esos entes platónicos, pero sí los más íntimos pormenores del último congreso de pedagogos, la inminente ruptura de relaciones y los mensajes que los presidentes mandaban, elaborados por el secretario del secretario con la prudente imprecisión que era propia del género. Todo esto se leía para el olvido, porque a las pocas horas lo borrarían otras trivialidades. J. L. B.



Para las seis cuerdas


La milonga es una forma de la música muy popular en ambas riberas del Río de La Plata. Considerada precursora del tango, sus letras hablan de los «guapos» y cuchilleros de las últimas décadas decimonónicas y primeras del siglo veinte. Borges siempre mostró su admiración por esa época que alcanzó a conocer en sus primeros años de vida, lo que lo llevó a componer una serie de letras de milonga, alguna de las cuales ha sido musicalizada.



                                                           La rosa profunda


Este libro reúne 36 poemas de Jorge Luis Borges escritos entre 1972 y 1975, de los cuales más de la mitad (19) tienen la forma del soneto. Dictados cuando el poeta ya padecía su ceguera, no evitó referirse a ella en la introducción: «Al recorrer las pruebas de este libro, advierto con algún desagrado que la ceguera ocupa un lugar plañidero que no ocupa en mi vida». El título alude a la rosa eterna de los poetas; la rosa invisible soñada por Milton; esa que Borges, ciego, ya no distingue pero que es para él imagen del mundo. Estas páginas encierran además varios otros temas y motivos que, con el tiempo y los libros, han ido poblando el universo literario, no por familiar menos maravilloso, del gran escritor argentino: las máscaras, la nostalgia de la espada, las sombras tutelares, los inventarios y las enumeraciones, la arbitrariedad del tiempo humano, la inexorabilidad del destino, los espejos... Sobre la poesía afirmaba el autor en el prólogo: La palabra habría sido en el principio un símbolo mágico, que la usura del tiempo desgastaría. La misión del poeta sería restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar.



El oro de los tigres


El título de este volumen une el drama personal, las entrevisiones del color amarillo de la ceguera, al tigre emblemático que cruza toda la obra de Jorge Luis Borges. Esa combinación entre vida y literatura está acompañada por algunas innovaciones en su arte poética. El uso de formas orientales, los Tankas, y un tratamiento menos elusivo en los poemas de amor, como en el magnífico "El amenazado", les otorgan a los versos un singular peso emotivo. Sus virtudes descansan en las enumeraciones y accidentes verbales y en la serena precisión para comunicar experiencias íntimas: el paso del tiempo, las vacilaciones, la esperanza, las lecturas, la ausencia de una voz deseada, la memoria y el olvido, los sueños, el cambiante rostro en los espejos.

El oro de los tigres, colección de poemas y textos breves en prosa escritos entre 1969 y 1972, es uno de los libros más delicados y directos de Borges.



Los conjurados


Este libro reúne los últimos poemas y breves textos de prosa poética compuestos por Jorge Luis Borges, poco antes de morir. Entre los memorables sonetos incluidos, está «On his blindness», magníficos versos dedicados a su ceguera personal: «Al cabo de los años me rodea/ una terca neblina luminosa/ que reduce las cosas a una cosa/ sin forma ni color. Casi a una idea...»



Historia de la noche


En la década de 1970, Borges escribió incontables poemas, que Emecé fue recogiendo en diversos libros. En este se reúnen treinta y un trabajos, la mayoría poemas y algunos textos breves en prosa. Dice Jorge Luis Borges que Historia de la noche es el libro que presiente como el más íntimo. Lo cierto es que en estos poemas se perciben claramente numerosos sentimientos que el escritor mantuvo en reserva a lo largo de su vida. Las impresiones de la infancia, el valor de la amistad, el hijo que no tuvo, el amor que no compartió, la inquietud del enamorado y la realidad que su ceguera le impone. Borges no puede prescindir de su vasta cultura, pero Historia de la noche marca una diferencia: detrás del mundo intelectual surge el hombre poco conocido que sufre, goza y anhela. 'La suerte del poeta es proyectar esa emoción, que fue íntima, en una fábula o en una cadencia', afirma en el prólogo.



Borges oral



Borges habla de temas con los cuales había consustanciado el tiempo. El primero, el libro, el segundo, la inmortalidad, el tercero, Swedenborg, el visionario que escribió que los muertos eligen el infierno o el cielo, por libre decisión de su voluntad. El cuarto, el cuento policial y el quinto, el tiempo. «Tenemos muchos anhelos, entre ellos el de la vida, el de ser para siempre, pero también el de cesar, además del temor y su reverso: la esperanza. Todas esas cosas pueden cumplirse sin inmortalidad personal, no precisamos de ella. Yo, personalmente, no la deseo y la temo; para mí sería espantoso saber que voy a continuar, sería espantoso pensar que voy a seguir siendo Borges. Estoy harto de mí mismo, de mi nombre y de mi fama y quiero liberarme de todo eso». Jorge Luis Borges




Nueve ensayos dantescos



Impresionado por los versos de la Divina Comedia de Dante, su preocupación por el poeta florentino queda reflejada en gran parte de su producción creadora. SELECCIONES AUSTRAL incorpora el último título inédito de Borges: NUEVE ENSAYOS DANTESCOS, libro singular y profundo en el que expone que personajes de la Comedia, le han causado mayor impacto. Toda su erudición aflora a medida que analiza las distintas interpretaciones que de esta obra han realizado los más importantes críticos. Pero aún mas interesante resulta el encontrarnos con las reacciones del Borges lector de la Comedia, ver como su sensibilidad se ve afectada por los versos de Dante, plasmándose en esa prosa tan característica del escritor argentino. Acompañan a estos NUEVE ENSAYOS DANTESCOS una extensa introducción, realizada por el escritor Marcos Ricardo Barnatán, gran conocedor del autor y de su obra, y una presentación de Joaquín Arce, catedrático de Lengua y Literatura Italiana de la Universidad Complutense de Madrid, que nos acerca a la gran obra de Dante.



Siete noches


El prestigio de Jorge Luis Borges y el interés despertado por su obra motivó que fuera invitado a menudo a exponer verbalmente ante distintos auditorios sus ideas, conocimientos e intuiciones. SIETE NOCHES recoge las conferencias que pronunció en el año 1977 en el teatro Coliseo de Buenos Aires y que fueron revisadas por el propio autor de forma previa a su publicación impresa. En ellas recorre varios de sus temas favoritos y que encontraron recurrentemente eco en su obra literaria y ensayística: La «Divina Comedia», «La pesadilla», «Las mil y una noches», «El budismo», «La poesía», «La cábala» y «La ceguera».



Qué es el budismo


Escrito en colaboración con Alicia Jurado, «Qué es el budismo» no se limita a brindar un panorama de esta religión, de su fundador y sus doctrinas y derivaciones. En efecto, la propuesta que recibiera Jorge Luis Borges de pronunciar una serie de conferencias acerca de este asunto en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires, acabo transformándose, gracias a la impronta de su poderosa personalidad y su vasta erudición, en un inmejorable pretexto para realizar desde tal punto de partida fascinantes excursiones por temas como el de la transmigración de las almas y la reencarnación, el universo y su estructura, o el infierno, así como por los territorios del mito y la leyenda tantas otras veces explorados por el maestro argentino.




El tamaño de mi esperanza


En El tamaño de mi esperanza, segundo libro de ensayos de Jorge Luis Borges, se encuentra ya la característica mezcla de apego a lo criollo, a la pampa y al suburbio, de inquietud por la literatura y de preocupación por el lenguaje que caracteriza buena parte de la obra del maestro argentino. Como ocurriera también con «Inquisiciones» y «El idioma de los argentinos», el libro, publicado en 1926, fue preterido en seguida por su autor, probablemente por el uso que hace en él de un vocabulario y ortografía criollistas y por su implacable autoexigencia: «Como el Gran Inquisidor —dice María Kodama en el prólogo al volumen y refiriéndose al mismo—, a través de un donoso escrutinio, Borges creyó haber alcanzado su destrucción […]. Quizá el Gran Inquisidor, en su afán de buscar lo perfecto, fue injusto con ese libro de juventud. Creo que los lectores se alegrarán de que la obra exista.»





Inquisiciones



«Este que llamo Inquisiciones (por aliviar alguna vez la palabra de sambenitos y humareda) es ejecutoria parcial de mis veinticinco años. El resto cabe en un manojo de salmos, en el Fervor de Buenos Aires y en un cartel que las esquinas de Callao publicaron. [...] Yo no sé si hay literatura, pero yo sé que el barajar esa disciplina posible es una urgencia de mi ser.» Primer volumen en prosa publicado por Jorge Luis Borges, «Inquisiciones» vio la luz en Buenos Aires en 1925, quedando en seguida desterrado oficialmente, junto con «El tamaño de mi esperanza» y «El idioma de los argentinos», de la obra de su autor. En él, sin embargo, se encuentran ya gran parte de los temas y obsesiones recurrentes del maestro argentino, así como el sello inconfundible de su estilo.




Cuentos breves y extraordinarios



Comprender la esencia de lo narrativo constituye el propósito primordial de esta excelente y singularísima antología. Los textos más variados, de distintas épocas y lugares y autores diversos; desde Chuang Tzu y Las mil y una noches hasta Max Jacoob y Martín Búber, así como Plutarco, Diderot, Kafka, O. Henry, Paul Valéry y Alfonso Reyes, entre muchos otros, incluso algunos de improbable existencia, se dan cita en estas páginas que, sin duda, deleitarán con su sutil encanto y su doble escritura incluso al lector más desprevenido. Y seguramente, éste llegará a compartir el juicio de Borges y Bioy Casares: «Lo esencial de lo narrativo está, nos atrevemos a pensar, en estas piezas, lo demás es episodio ilustrativo, análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal».




Fervor de Buenos Aires


Escrito con algún resabio ultraísta y bajo el influjo de su regreso a Argentina tras los años vividos en Europa, este libro anticipa con nitidez la obra futura de Borges. En sus páginas ya están las metáforas clásicas, la adjetivación asombrosa, el incipiente planteo metafísico, la precisión verbal, la peculiar inflexión vacilante que esconde un remate perfecto. El tema central son los suburbios de la ciudad, el linde misterioso donde el barrio se desdibuja en el campo. Esa tensión entre lo particular y lo universal funda en nuestras letras un nuevo modo de observar la realidad cotidiana, una exquisita poética de lo inestable.




Cuaderno San Martín


Cuaderno San Martín, así llamado en recuerdo del cuaderno escolar del mismo nombre, data de 1929. Sus poemas evocan también a Buenos Aires, pero ahora es la ciudad mítica e insustituible, atisbada en el diario trajinar. Con un lenguaje que se vuelve universal, Borges traza el carácter singular que aún perdura en la gran metrópoli de hoy.



Otras inquisiciones


Otras inquisiciones es un libro de ensayos del escrito argentino Jorge Luis Borges. Fue publicado por primera vez en 1952. Este libro es una pequeña antología de artículos de Borges en la que se dedica a pensar y debatir, según el artículo, mayormente sobre otros autores, clásicos en su mayoría, el tiempo y algunas leyendas Otras inquisiciones es el libro que mejor revela las preferencias de Borges. Las relecturas de Pascal, Coleridge, Quevedo, Nathaniel Hawthorne, Wilde, Kafka, y de muchos otros escritores, manifiestan su pasión de lector y sorprenden por su original percepción de la realidad. Penetrador de laberintos, Borges incursiona en diversos episodios de la historia de la civilización, la previsión del futuro, la eternidad, el suicidio y la redención, el infinito, la lectura cabalista de la Escritura, los nombres de Dios, el infierno, el panteísmo, la leyenda de Buda, el sabor de los heroico, en las diversas filosofías y literaturas. Con espíritu crítico analiza las múltiples paradojas del universo, la irrealidad del yo, la inconsistencia del tiempo, la naturaleza de los sueños.



Luna de enfrente


Luna de Enfrente fue publicado por primera vez hace más de ochenta años. Sus versos que en el inicio fueron criollos se modificaron con el tiempo. En el prólogo de 1925 Borges quiere justificar el título: «La luna (la luna que camina con claridad, leí antenoche en Fray Luis de León) es ya emblema de poesía. El enfrente no la deprime, pero la urbaniza, la chista, la vuelve luna aporteñada, de todos. Así me gusta y así la suelo ver en la calle».





                                Seis problemas para don Isidro Parodi


Amantes del género policial, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares canalizaron las inquietudes de su común afición en los singulares relatos que toman como eje a un «detective» no menos singular: Isidro Parodi, «el recluso de la celda 273» de la Penitenciaría Nacional, que resuelve los casos que le plantean sin moverse de ella. Publicado en 1942 bajo el seudónimo común de H. Bustos Domecq, ‘Seis problemas para don Isidro Parodi’ está integrado por piezas que, pese a ser completamente independientes, van desplegando ante el lector todo un elenco de personajes que, sometidos a un baño de humor corrosivo que les imprime rasgos y aires propios de ‘grand guignol’, sirven de articuladores de una trama que hunde su raíz en la mejor tradición del cuento detectivesco.




Nuevos cuentos de Bustos Domecq


Caso ejemplar y a la vez rarísimo de escritura en colaboración, H. Bustos Domecq no es, sin embargo, la suma de sus dos ilustres creadores ni es asimilable a ninguno de ellos por separado. Se adivina a Borges detrás del juego de espejos entre autor, narrador y personaje, así como en el fondo trágico y moral de los relatos; a Bioy le corresponden el recurso a la parodia, la descripción de ambientes, el tono distante y satírico. Pero Bustos sigue en pie, como un luminoso enigma que precede a los de estos nueve cuentos. En algunos, como “La salvación por las obras”, predomina el tono metafísico. Allí se demuestra que la burla suele ser la máscara del dolor. Otros, como “El hijo de su amigo”, revelan un mundo trastocado, donde la traición y el engaño llegan de parte de quien menos se esperaba. “La fiesta del monstruo”, quizás el cuento más conocido por su fuerte contenido ideológico, refiere hechos terribles con paso despreocupado y festivo. Último libro en común de dos escritores excepcionales, ‘Nuevos cuentos de Bustos Domecq’ regresa con su alarde de maestría formal, su espíritu irreverente, su diálogo constante con la tradición literaria argentina y su inagotable carga de luz y de sombra.



Dos fantasías memorables. Un modelo para la muerte


«Cuando escribimos juntos —decía Borges—, cuando colaboramos, nos llamamos H. Bustos Domecq: Bustos era un bisabuelo mío y Domecq un bisabuelo de Bioy. A la larga, (Bustos Domecq) nos manejó con vara de hierro, y para nuestra diversión, y después para nuestra consternación, llegó a ser muy diferente a nosotros, con sus propios caprichos, sus propios chistes, su propia y muy elaborada manera de escribir». Dos libros inspirados por él se publicaron en 1946. Uno fue ‘Dos fantasías memorables’, bajo su ‘propia’ firma: el primer cuento, “El testigo”, trata de una niña que tiene una visión aterradora; en cambio el segundo, “El signo”, describe la visión reconfortante de un gastrónomo. ‘Un modelo para la muerte’, por su parte, fue firmado por un discípulo —también ficticio— de Bustos Domecq. Fingía ser un relato policial, enmarcado en el universo del anterior ‘Seis problemas para don Isidro Parodi’: «… era tan personal, y tan lleno de bromas privadas, que sólo lo publicamos en una edición que no estaba destinada a la venta. Al autor de ese libro lo llamamos B. Suárez Lynch. La B era, supongo, la de Bioy y Borges, el Suárez correspondía a otro bisabuelo mío y el Lynch a un bisabuelo de Bioy». El sello editorial, ‘Oportet & Haereses’, aludía al oporto y al jerez. «Al comienzo hicimos bromas, y después bromas sobre bromas, como en el álgebra; bromas al cuadrado, bromas al cubo… y al final abandonamos el juego que se volvía incomprensible…»



Crónicas de Bustos Domecq


Un poco a la manera de Carlyle, cuyo ‘Sartor Resartus’ (‘Sastre zurcido’) expone la doctrina de un filósofo imaginario y la ilustra con ejemplos apócrifos, H. Bustos Domecq dedica este volumen a la discusión imparcial de literatos, de escultores, de arquitectos, de gastrónomos y de pintores que, por el momento, no existen, pero que son peligrosamente posibles, dadas las propensiones de la época. El tono es humorístico, según lo impone todo examen severo de las manifestaciones más novedosas del arte y de las letras durante los últimos sesenta años. Veinte crónicas, casi todas de índole narrativa, integran este libro amenísimo, que satiriza lo universalmente consagrado, respetado, adulado y temido: es decir, lo moderno. En el desorientado siglo que corre, la ignorancia y la inepcia son infatigablemente inventivas; nos consta que H. Bustos Domecq ha debido espolear a su Pegaso para que la realidad no lo deje atrás. Según lo señala el prólogo que avalora Gervasio Montenegro, estas impares ‘Crónicas’ constituyen el vademécum indispensable para el curioso que quiera echar una ojeada sobre el conjunto panorámico de la estética en boga. Su redacción jocosa, apunta agudamente «ex cathedra» el profesor adjunto Longino, no excluye el pensamiento serio. Encarnados en la figura de un «egoísta, tránsfuga, mentiroso, fanfarrón y casanova barato», según la descripción de sus ilustres padres, Borges y Bioy Casares crean en estas páginas un fascinante juego de ficciones y espejos que lleva la parodia hasta sus últimas consecuencias.


El libro de arena


A mis años —he nacido en 1899—, no puedo prometer ni prometerme sino esas pocas variaciones de la irreparable monotonía. Séame permitido, sin embargo, indicar alguna minucia. El libro incluye trece relatos. El número es casual o fatal —aquí las dos palabras son estrictamente sinónimas— y no mágico. Si de todos mis textos tuviera que rescatar uno solo, rescataría, creo, El Congreso, que es a la vez el más autobiográfico (el que prodiga más los recuerdos) y el más fantástico. No ocultaré tampoco mi preferencia por El libro de arena. Hay también un cuento de amor, un cuento “psicológico” y el relato de un episodio dramático de la historia de estas repúblicas. He querido ser fiel, en estos ejercicios de Ciego, al ejemplo de Wells: la conjunción de un estilo llano, a veces casi oral, y de un argumento imposible. El curioso lector puede agregar los nombres de Swift y de aquel Edgar Allan Poe que, hacia 1838, renunció a su modo suntuario para legarnos los admirables capítulos finales de su Arthur Gordon Pym. No escribo para una minoría selecta, que no me importa, ni para ese adulado ente platónico cuyo apodo es la Masa. Descreo de ambas abstracciones, caras al demagogo. Escribo para mí, para los amigos y para atenuar el curso del tiempo. J. L. B.




Antología de la literatura fantástica



Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo nos ofrecen en esta Antología de la literatura fantástica lo mejor de un género literario que siempre ha ejercido un atractivo irresistible en el público lector. Es el género representado por las irrupciones de la fantasía creadora, lo inexplicable, lo misterioso, lo sobrenatural.



El informe de Brodie


"El informe de Brodie" es un texto sin las petulancias de gran autor típicas de Borges. Es mas bien un libro legible. En suma es un libro que muestra al escritor en una faceta casi desconocida . Es un libro con el que cualquier lector se sentiría a gusto. En él Borges destila simplezas hilvanando relatos sencillos y bien estructurados que encuentran su punto de contacto en la repetición de historias ocurridas en el bajo mundo porteño de principios de siglo 20. Aunque sin abusar del lunfardo el Borges de este libro plantea y acepta por fin la existencia de él. Los primeros cuentos son crónicas de guapos del novecientos, asentándose en el mito de la sangre vertida por valientes que hace mas valientes a otros. En ellos esta presente el poder de muerte en las armas más que en las personas. A medida que avanza el libro se convierte en relatos sobre la necesidad de pertenecer y trascender típica de esos años y lo que lo torna atractivo es el final. El cuento que da nombre al libro es el que lo cierra y es donde el escritor derrama su pluma más exquisita mostrándose realista y reaccionario y sobre todo cauto e instruido pero sin soberbia es decir no abusa de sus siempre abundantes recursos literarios. Esto combinado con lo otro hacen de "El Informe de Brodie" un libro de Borges para todo público.



El Aleph


La ceguera de Borges, aunque pocos lo sepan, fue el precio que tuvo que pagar por haber escrito el Aleph. Los dioses no nos permiten tenerlo todo y Borges que con su erudición casi llegó a usurpar aquí en la tierra el puesto que le corresponde a quienes están en los cielos, se le fue arrojado un velo al igual que a los hombres de maíz en el Popol Vuh. Pero Borges, cual Huddini que escapa de los destinos impuestos por la divinidad y, se evade de la condena manteniendo la vista fija en el Aleph.

Éste es un libro compuesto por cuentos. Cada cuento es una recreación del tiempo y el espacio a la manera Borgiana a través de verdades inmutables y medias verdades imperecederas. Con éste libro Borges demuestra ser el tigre que se pasea dentro del laberinto.



Ficciones


El autor considerado por muchos como el escritor hispanoamericano más importante del siglo veinte cultivó la poesía, el ensayo y el cuento, alcanzando en este último género resultados absolutamente notables tanto por su originalidad como por la perfección de su prosa. En sus cuentos abordó temas metafísicos, alegorías, fantásticos ensueños y hasta historias de detectives, revelando la influencia de autores como Franz Kafka y Virginia Woolf. Este libro, publicado por primera vez en 1944, es considerado una de las obras más características y significativas del autor. Estos cuentos abordan sus temáticas predilectas y continuamente exploran la difusa frontera que separa la realidad de la fantasía, proponiendo escenarios apasionantes que comprometen toda la atención del lector por el rigor de su oficio y por la inteligencia deslumbrante que les da vida.



Historia universal de la infamia


Los siete relatos que forman Historia universal de la infamia extraen biografías y anécdotas de diversas realidades culturales y geográficas para transmutarlas, por obra de una voluntad alegórica y una expresión barroca, en sustancia propiamente literaria. El volumen incluye "Hombre de la Esquina Rosada", una de las piezas más celebradas de Borges, y "Etcétera", seis notas o glosas en las que brilla la asombrosa cultura que marca las fronteras de su espacio literario. Historia universal de la infamia es posiblemente el libro que más atrae a los lectores, pues todos los cuentos están basados en criminales reales.






                                                               El hacedor



Caracterizan las páginas de El hacedor el cruce de géneros (relatos, ensayos y poemas) y la diversidad temática. Homero y Dante alternan con Rosas y Facundo; la fantasía que inventa laberintos inéditos, con la crónica de sucesos aparentemente triviales pero cargados de insospechadas significaciones; el particularismo criollo, con la universalidad histórica que abarca tanto la simbología oriental como la cultura europea. «De cuantos libros he entregado a la imprenta —escribió el propio Jorge Luis Borges— ninguno, creo, es tan personal como esta colectiva y desordenada silva de varia lección.»



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