El libro describe en primer término cómo el rito tanto apolíneo y dionisiaco se debaten constantemente en la vida de los seres humanos. Así entonces se tiene un primer acercamiento al comportamiento y la anhelada explicación de los clásicos. Sin embargo las críticas no se harían esperar y los ídolos que habían presidido el pensamiento de muchos intelectuales europeos durante diecinueve siglos, esta vez se veían fuertemente cuestionados por Nietzsche.
En el libro retoma la idea de la transmutación de los valores. Donde algunos ven falsedad, él ve la oportunidad para desestimar afirmaciones que según él afectan la filosofía y que en esa época (y es extraño en una época como el siglo XIX) no veía un avance como tal. Y es cuando decide hablar de los ídolos de este siglo como dogmáticos y no como avances, el problema de la filosofía consistía en su conservación como mera especulación y repetición de lo que otros ya habían hecho, creando toda una serie de doctrinas en torno a ella. La sectarización de la filosofía aparece como problema para el quehacer del filósofo mismo, por lo que se propone aquí una filosofía a martillazos libre de dogmas que permita a la filosofía replantearse y hacer análisis libres del encierro al que la han arrojado los grandes ídolos.
Para Nietzsche, los conceptos supremos son los conceptos metafísicos explicados por los filósofos como Sócrates, Platón y otros posteriores. Centrándonos en Platón, debemos de hacer mención a su teoría de los dos Mundos. El «mundo real» de Nietzsche ―o «mundo de los sentidos» de Platón― es incapaz de explicar algunos conceptos que se escapan de la experiencia, esos conceptos supremos que necesitan de la existencia de un ser o entidad superior que lo explique. Para ello, Platón se aferró al mundo sensible, estableciendo la idea del bien como la más razonable y perfecta. Estos conceptos supremos eran capaces por tanto de ofrecer las características del mundo verdadero, determinadas por ese ser o idea superior (idea del bien para Platón, Dios para san Agustín...).
Nietzsche por el contrario criticará y negará todo esto. Para él, los «conceptos supremos», basados en la razón del hombre, no significan nada, han sido inventados por el hombre tras el rechazo absoluto del caos, de lo instintivo. Esto además ha sido la principal causa de la decadencia del espíritu occidental de la filosofía tradicional y dogmática impuesta por filósofos que rechazaron la auténtica naturaleza del hombre. Lo que realmente configura el mundo auténtico son los sentidos. El mundo verdadero es aquel que nos proporcionan los sentidos.
Dios representa lo contrario a la vida y la negación de la inocencia del hombre. Por tanto la realidad es tal como la pensamos. Nietzsche niega que con los conceptos aprehendamos la verdadera realidad del ser, que es devenir y cambio.
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Saludos desde Venezuela!!!